Me estremeció la descripción que hace el personaje del cocinero anarquista del compañero Presidente Allende en la novela de Roberto Ampuero, quien le receta cordero, tangos y vino tinto para aplacar sus demonios.
El ficticio chef presidencial narra, por un lado, la lucha de su jefe contra los enormes enemigos del pueblo chileno y, por otro, cuenta su eterno combate interno por sus dos mujeres.
Sobre este asunto desgarrador de la pretensión imposible del yo centrado dice el personaje:
Me imagino que cuando saborea mis platos o mi pan calientito, el Doctor entra en un oasis en el cual reinan la paz y la sombra, y se desvanecen de golpe todos sus problemas. No sé en verdad cómo le da el cuero para enfrentar a Estados Unidos, la oposición y los gremios en huelga, y al mismo tiempo vivir bajo el mismo techo aunque no en la misma cama con su señora de toda la vida, y correr los fines de semana adonde la Payita, que vive en la finca de El Cañaveral, allá lejos, metida entre los contrafuertes cordilleranos.