Breve fotocrónica de la tercera edición del Cassette Store Day en Puerto Rico
Escribe Manuel Clavell Carrasquillo
Fotos de Herminio Rodríguez
Por ser el tercer año consecutivo en que se celebra el día internacional del cassette y el disco en la Casa de la Cultura de la ciudad de Río Piedras, a un costado de la Plaza de la Convalecencia, la gente separa la fecha de antemano para asistir.
Lo único que tienen que hacer los organizadores para que el público goce de una jornada completa de presentaciones artísticas en vivo con música fresca y un bazar de discos añejados en todos los formatos es anunciar por las redes sociales el sábado del encuentro entre los fanáticos de estos objetos reproductores de música.
A la convocatoria auspiciada por la productora Discos Diáspora acuden los coleccionistas, acomodan la mercancía en las mesas de exhibición del primer piso de Casa Ruth, y conversan sobre los felices encuentros con los discos, cassettes de las bandas o con los artistas de su memoria. El deseo de volver a oír desde la cinta o la pasta a un ídolo, o escucharlo por primera vez así, es suficiente para comprar.
La parafernalia salsera y rockera que se intercambia en este festival “indoors” incluye camisas, botones, posters… pero, aunque hay CD’s, sobresalen las reliquias; los viejos sonidos plastificados que tanto atesoran los amantes de esta manifestación fetichista de la cultura popular.
Los cassettes y los CD’s se consiguen entre uno y dos pesos, según el coleccionista José “Pepe” Pesante, del programa radial Frecuencias Alternas. Los discos de vinil, dependiendo de su condición, pueden treparse en más de $10.00. Las cassetteras se encargan por internet.
El repertorio de estilos que se escuchan va desde el “Punk del bueno y de aquí”, como bien publicó Germán Caraballo, hasta lo mejor de Tumba Rumba o los Beastie Boys.
Pero en vez de sonar discos en un fonógrafo per se, el señor enmascarado, Recluso, toca en vivo Fania Beats: dos horas de puras excusas para dejar salir cortos movimientos de los cuerpos al son de “los clásicos de la Fania, reimaginados a través del filtro del hip-hop, marcando esos ritmos a mano y con mucho corazón”, según explica Alfredo Richner, de la revista digital Puerto Rico Indie.
Al mismo tiempo, el colectivo Matotumba, dedicado a la música electrónica experimental, promueve el lanzamiento de su disco “Cosas Malas” mediante la intervención de varios personajes encapuchados y un ser evocador de lo siniestro por medio de una máscara artesanal en la parte de afuera del edificio de dos pisos.
La prisa y otros compromisos, enemigos mortales de los vueltones sabatinos por el casco urbano riopedrense, impiden que nos quedemos más. Imposible escuchar en la sala de arriba las presentaciones de los grupos que también estrenan cassettes hoy: “Sueño con Belugas” y “Zafacón”, pero ya sea al principio, en medio o al final de un recorrido como este el paseo se remata con un mantecado “chino” de guanábanas y almendras o una batida de jengibre y coco de la contigua heladería Georgetti.
Los organizadores lo saben, los han degustado mientras diskjockean y escrachean en “Casa Ruth” frente a todo el corillo hace tres años, y ya endulzados por la alegoría de lo sabroso por estar bien hecho que aporta ese santo sirop congelado criollo, explican:
<<Nuestros artistas son de clase mundial –mucho antes de que los conozcan en las casas de sus vecinos y los mencionen en la prensa nacional. Estamos aquí para apoyarlos en el desarrollo de su arte y ayudarlos a proyectar su música hacia más oídos>>. Discos Diáspora.