Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo
De niño recuerdo a San Juan grafiteao, finales de los ochenta, principios de los noventa, años electorales con gente bien sudá en las caravanas sin aire acondicionado, con aquella consigna que aparecía en todos lados, “No Votes, FAE”, que era el frente antielectoral de la época.
Esa escritura en las paredes, y el humo de los mofles en los tapones de la avenida 65 de Infantería de menos carriles, me ponían a pensar: ¿Cómo no votar, si el voto es sagrado, cómo eso resuelve algo? Hay que votar.
Pero había otro grafiti, casi siempre colocado adjunto, que leía, “Organízate y lucha”. Ese llamado imperativo sí que me volaba la cabeza. ¿Qué era eso de organizarse? ¿Cómo? ¿Por qué casi nadie se apuntaba en esa lucha? ¿Por qué se arrodillaban tantos frente a las urnas por compromisos de tradición, promesas de trabajo, de fe, de propiedades, de sobrevivencia, etc. y luego de votar salían de los colegios y se hacían los locos?