Peces que se devoran
Escribe Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo
Foto de Juan Torres Gluck

8 de agosto de 2021

La vida es bella, punto. Tanto, que anoche un chorro de personas encendió lucecitas para acompañar cantando Circo Beat al rockero Fito Páez en el Centro de Bellas Artes de San Juan durante uno de los tantos picos de la pandemia.

Y más, porque hoy leí el recuento que hizo Roberto Bolaño de su viaje surrealista de Los Ángeles a la capital de Chile, Santiago, luego de haber pasado una temporada en el exilio tras el golpe de estado.

Para él, aquel avión atravesaba la noche dentro de otra nave, que era la noche misma del planeta, viajera incesante por el cosmos. Y explicó que esa secuencia era, a su vez, una versión de las famosas representaciones de los clásicos que describían un pez que se traga a otro; y también pintaban otro que, asimismo, los devora.

Sentí vértigo y pasé la página.

En la próxima, el narrador describía el aeropuerto, pero no daba tregua: decía que allí los chilenos, por los horrores del régimen dictatorial, deambulaban como almas en pena, incluso sin tener billetes, cuando soñaban con alguna escapatoria por encima de los aires familiares de su patria calabozo.

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