
La puerta de escape
Fragmento de “Yo soy el monstruo que os habla: Informe para una academia de psicoanalistas”
Por: Paul B. Preciado
Nuevos Cuadernos Anagrama. 6ta edición (2023).
Imagen: Portrait of Paul B. Preciado by Marie Rouge.
Y mi puerta de escape fue, entre otras cosas, la testosterona. En este proceso, la hormona no es de ninguna manera un fin en sí misma: es una aliada en la terea de inventar un afuera. Así, administrándome primero pequeñas dosis y luego inyectándome cantidades más importantes, fue como gradualmente abandoné el marco de la diferencia sexual. El artista Del LaGrace Volcano dice que ser trans es ser intersexual de diseño. Y eso es exactamente lo que ocurrió. A medida que la testosterona trabajaba mi cara y cuerpo, mi voz y mis músculos, se hizo más difícil mantener mi identidad administrativa como mujer. Y comenzaron los problemas de desplazamiento e identificación en las fronteras. Cuando comprendí que abandonar el régimen de la diferencia sexual significaba dejar la esfera de lo humano y entrar en un espacio de subalternidad, violencia y control, hice –como hizo Galileo en su época cuando se retractó de sus supuestos heliocéntricos– todo lo necesario para poder seguir viviendo y exigí un lugar dentro del régimen de género binario.
Así fue como, habiéndoseme asignado género femenino en el nacimiento, y viviendo como mujer supuestamente libre, con el objetivo de fabricar un túnel, acepté el yugo de identificarme como transexual y, por tanto, acepté que mi subjetividad, mi cuerpo, mi psique, fueran considerados, según el saber que ustedes profesan y defienden, como patológicos. Pero déjenme decirles que he encontrado en esta condición de aparente sometimiento más libertad de la que tenía como supuesta mujer libre en la sociedad tecnopatriarcal de principios del siglo XXI, si por libertad entendemos salir, vislumbrar un horizonte, construir un proyecto, tener la posibilidad de, aunque solo sea por breves momentos, experimentar la comunidad radical de todo lo vivo, de toda la energía, de toda la materia, más allá de las taxonomías jerárquicas que la historia de la humanidad ha inventado. Si el régimen de la diferencia sexual puede imaginarse como una red que limita nuestra percepción y nuestra forma de sentir y de amar, la travesía de la transexualidad, por tortuosa y accidentada que parezca, me ha permitido experimentar la vida y percibir la realidad fuera de la red.
