May 20, 2009

Gaika pulgosa, amenazada por un perro venéreo y varios chismes literarios

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

sequan

Escribe Manuel Clavell Carrasquillo / Foto: Sequan, CC.

La muy perra hija de la gran puta me trajo pulgas a casa.

Todo comenzó un domingo por la tarde, cuando decidí bajarla para que paseara por el parque Luis Muñoz Rivera de Puerta de Tierra. Mientras me comía un hamburger suizo con papitas fritas y onion rings en el restaurante El Hamburguer, vaya pleonasmo culinario, la Gaika salvaje andaba por el paseo de los bugarrones campeando por sus respetos.

La idea me había surgido en casa: dejar al animalito vasco descargar sus malos humores mientras el yo-amo engullía carne molida a la brasa pisada con cerveza Corona. Magnífica oportunidad para que la caimana canina entrara en calor con la machodumbre maricona del Paseo de los Enamorados o Bajamar: enlechado litoral rocoso mejor conocido como “Las Uvas”; escena sexual al aire libre más caliente de la isla, lugar de encuentros para puñetas furtivas y manoseos olímpicos de apaga y vámonos en el momento en que se escuchan las sirenas policíacas o las risitas de los niños perdidos en la rutina pejeropaisajista de la vuelta del pendejo de los domingos.

Me disponía a ordenar la segunda Corona con limón en el instante en que la Gaika cabrona me ladraba desde la puerta de estacionamiento porque quería que viera un papel color amarillo neón que me había rescatado entre los incisivos para que me enterara de un chisme literario. Una editorial australiana anunciaba en el flyer chillón que dos poetas jóvenes, algunos dicen que de la generación de los novísimos, vendían sus talentos escriturales por un módico precio a aquellos que se matricularan en una cosa rara, cosa nostra, que llamaban “Campamento de Verano Poético: Sólo para Adultos”.

Del susto que pasé, se me viró la Corona agria encima de las onion rings embadurnadas con mostaza. Vaya, qué vainas tenían -y qué terremotos provocaban en mi espíritu riograndeño del Río Grande de Loíza alargado allí: a/dentro- los poetas australianos. Además de estar buenísimos, y tener pecas en sus luengas o anchas y coloradas espaldas, ponían su posmoconocimiento litarario urbano y transnacional al servicio de los “adultos” que estuviesen dispuestos a pagar unos pesitos en tiempos de crisis para escucharlos durante todo un verano. Qué chulo, pensé, un Internado conventual, un método disciplinario, justo lo que necesitan las letras australianas en este estreñido momento poético de vacas flacas.

Ea Virgen, le dije a la perra del diablo y, justo después de invocarlo, se me trepó en el cuerpo en forma de pulga bugarrona de Puerta de Tierra o vil garrapata lambona. La muy vampira lujuriosa había cogido pon en la ensortijada pelambre de mi perrita Gaika y se metamorfosiaba en el demonio Samsa.

-“Hijo mío …pródigo…, charlatán… acá Belcebú:

adelanta si me copias, 10-4”.

Les juro por lo más santo, y que venga dios y lo vea, que al escuchar al Príncipe de las Tinieblas me acordé de la canción Viernes Trece de Vico C, me cagué encima y dije con todas las fuerzas de mis cuerdas vocales afectadas por el tabaco: “ESTO SE JODIÓ, GAIKA, AHORA SÍ QUE ESTAMOS JODIDOS”.

  1. La presidenta de los poetas nacionales australianos asiste a una vista congresional en Indonesia para exigir que, en la discusión sobre la anexión estadista republicana del continente de los canguros al archipiélago necio, se considere la preservación del inglés como lengua nativa. El PEN Club isleño dixit: ENGLISH ONLY, BABY e independientes de Java.
  2. Largo llanto van llorando los cursis poetas australianos ante el toque de réquiem desde la casa de las leyes uruguaya por la muerte del viejo zorrillo perfumado y fidechavista -para colmo-, el alemancito mediometro buenagente y porteño que se dedicó a repartir rimitas escolares antiimperialistas y romanticonas en sendos Inventarios funtamentales y, por ello mismo, flojos y bobos. El mártir de los dios te salve, no te salves, descansa en paz con los gusanos pero los poetas y los periodistas compungidos se pelean los trozos del cadáver.
  3. Entre Angeles y Demonios, acumulado en una profecía vaticana vertida recientemente sobre el Muro de las Lamentaciones en la persona Prada de Benedicto XVI, roto de inventiva imaginaria y perdido en el vello púbico rojo de un poeta australiano, pataleo, luego existo, niego la transubstanciación de LOS POETAS en las colonies de vacances, en los campamentos de verano de las bandejas de comedores subvencionadas por el estado laico llenas de raviolis que se bajan con lechita con Quick. No, no y no. Imposible.
  4. La tribu repite “no te salves, Manuel, no te salves, escocótate en medio del camino” y lo pienso mientras me rasco la herida de la pulga garrapata en pleno sueño del instante -un trance cabillezco- en que se viró la Corona con limón encima de las cebollas retocadas con mostaza. No me salvo. Leo un buscapié fofito, otro wannabi crucificado en el Montparnase (la gauche divine) de la respuesta con tarja de Vidas Unicas. What the hell ahora? Condenado.
  5. El hobby, el bullchiteo, la aurora ensangrentada de la utopía no territorial y no colonial de Pierluisi con 80 congresistas coauspisiadores del proyecto de ley para encasquetar el nuevo estatus australiano; la anexión indonecia. La nueva partria liberada en espanglish y yo condenado en la antipoesía de un mal rato en Puerta de Tierra, a la sombra del camino en espera de La tregua, men, conforme con pedacitos y cantitos de ridiculeces. Hay veces en que uno necesita el teléfono rojo, el botón del Challenger, Houston We Have a Problem. Reculeo, aprieta. 
  6. Entonces recuerdo un pincho compartido por tres panas en la Avenida Universidad, un reguero de patos y nenitos en la calle. Unos besos que nos arrebataron en la cuneta del 8 de Blanco, y llega con él la reminisencia de la publicista australiana, la poeta cardenalicia en catedral viejosanjuanera, más Vidas Unicas, la filantropía absurda de los ricos cultos y, de más decir, exclucomplaciente. Zape, sacude, no te salves y chinga al borde del camimino, como Elvis Crespo a 4.000 pies de altura, en primera clase, al lado de una doña cívica.
  7. Se salta por suertudo.
  8. Chequiamos en el próximo Imago, en la próxima Autosucción, en la primavera cargada de futuro venéreo de las flores del mall, de un sonero perdido. Ay, ay, ay, ay, de la grifa negra de un poeta en Nueva York, de unas letras “femeninas” en un pote [the jar] eso, aquello que se trabaja 2666 veces y no se agota su significado explicitado, unju, en significantes lacanianos y bonitos si se compara el producto con un cactus del Bosque Seco de Guánica o un pamper sucio por la ingesta de comida Gerber. Redacto el Anti-Informe Liboy. 45 pies de eslora se estacionan en una casa en el agua de La Parguera. No te salves, sin alas de colibrí no verás las estrellitas y duendes.
  9. La esterilización de los instrumentos góticos, del melodrama inglés, de Doña Bárbara televisada por Telemundo, hacen que las canas de Santos Luzardo retundere, dice re-tun-dere, en mi cabecita poetizada y veraniega, mas por los poros de la POESÍA NACIONAL AUSTRALIANA brotan los currys rojos más picosos y los guisos de gremlins con coco más loiceños. Unos bocaditos para la señorita Elena, por favor, mientras se presentan los libros de los laureados. Unos piscolabis para la presidenta PEN ofuscada en el vernáculo ONLY. PENVERNÄCULO – El vórtice, el zoco, el simiñoco popeto o la PINGACULO de la litercuadratura en verso australiana, con ello y su planicie boliviana, con las minas de sal y de petróleo con doctorado, autorizado para el servicio redentorista. Una matrícula, un pase, los permisos de embarque, la esperanza en la pedagogía de la matrix en la ceguera del cíclope Neo. Me asechan, porque no soy salvo, le hice caso al poeta: Manuel, no te salves, entrégate a los mosntruos, me decía la pulga, el diablo, el limón de la Corona, y yo -después de condenado en un apartamento de Miramar con mi perra Gaika como única y verdadera interlocutora- preocupado por un imperativo imposible en la casa de la forma de los cobardes. !No te salves!, Qué clase de porquería, el artificio desprestigiado, bndtti, dito, la metáfora apropiada –mot juste– es una perla blanqueada por Residente y Rubén Blades, el marsupial con la barriga embolsillada, acondicionada para digerir la maleza y reventar las encimas de la malacrianza. Too Good To Be True y lo peor: ABSOLUTAMENTE PUBLICABLE.
  10. Cheka.
May 3, 2009

Gaika ladra a su amo, que se hace invisible al final de la cola: Un micro protagonizado por la famosa perra salvaje

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

La perra miró mis Kroggs color violeta y lanzó una carcajada.

Ladró. Me dijo ridículo.

@

La fiebre porcina me perturaba la temperatura interna mientras tiraba la puerta tras su ladrido. Casi la dejo sorda, pero no torné a consolarla. Bastante tenía con la realidad inminente que suponía hacer la fila del dispensario para que me dieran las medicinas. El gobierno había racionado el Tamiflu y los antivirales de última hora. No estaba en la lista de prioridades, así que me tocaba la larga vía. Traté de sobornar al dependiente vestido de enfermero socarrón tan pronto lo divisé en la puerta, donde se aglomeraba tanta gente infectada. El tipo ladraba: “Señor, parece mentira, póngase a hacer la fila”. Salí de su vista haciéndome el loco, ignorándolo, como si no hubiese hecho la propuesta nunca. Me puse en fila. Sólo en el fin de la cola volví a lo invisible.

–mcc

June 6, 2008

Gaika indiferente y relamida ante una pesadilla infernal de su amo

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

homeless
Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

Para Léster Jiménez, creador de deambulantes imaginarios.

El mundo está jodido, lo sé. Dos millones de personas agonizan en un gran charco de sangre putrefacta en Darfur, el petróleo se acaba rápidamente y no hay alternativas energéticas para mover aviones ni barcos más la ciudad de Nápoles insiste en proteger su supuesto derecho de propiedad intelectual sobre la receta de las pizzas Margarita y Napolitana. La muy perra cabrona Gaika escucha esas noticias de la BBC echada en su cojín de la sala y empieza a ladrarme como canina desquiciada justo cuando el presentador termina de narrar la sucesión de tragedias y comienzo a quejarme en voz alta al entrar en pánico. Entiendo su preocupación y sus regaños, piensa que voy cada vez más hacia la izquierda y que, acto seguido comenzaré a bajarle una retahíla de soluciones socialistoides light a los problemas del orbe, que evocaré principios básicos de derechos humanos y jurisdicciones universales que activen el desembarco de más y mejor entrenados Cascos Azules en las regiones más deprimidas de Sudán, Villa Cañona, Burma, Haití a pesar de que violen mujeres y niños (nada puede hacerse contra ciertos daños colaterales alimentados por la libido). Ella, como es de esperarse, está absolutamente en contra de la Corte Internacional Penal y lo que pase con la negrada bruta y salvaje le roza el trasero. Le digo, Gaika de mi corazón, querida, calma coño, calma. Entonces se me ocurre cambiarle el canal al azar para que se tranquilice y encuentro la retransmisión del concierto de Justin Timberlake. Mi propósito queda frustrado tan pronto la muy perra empieza a protestar por los graves desafinados del chamaquito bailarín maravilla. Le digo que no se fije en eso, que se concentre en las coreografías y en la resistencia del muchacho. Tres horas de bailes ininterrumpidos no logran cansarlo. Ella me vira el hocico y decide meterse en la guarida mullida que le tengo en el cuarto luego de lanzarme una mirada terrible que me estremeció el tuétano del cóxis con esos ojos lechosos de fascia. Acto seguido, henchido de cólera y sin el pote de Xanax semivacío a la vista, me puse los pantalones largos en sueños y salí solo a la calle a comprar cigarrillos. Mi mente estaba cargada con las imágenes de los machetazos de la película Hotel Rwanda más la última mirada perruna que me tiró la muy cabrona a pesar de que la mantengo, le sirvo sólo comida orgánica que ordeno por Internet y no puedo deducirla de la planilla que les envío a los pillos hijosdelagranputa de Hacienda. Necesitaba respirar aire puro y templado para bajar revoluciones. Ya afuera, auscultando el horizonte de posibilidades que me ofrecía la falsa noche estrellada santurcina o el Santurce Starry Night de mi screensaver de Van Gogh imaginario, me entregué a la orgía del leteo y del olvido. De pronto me vi sentado e incómodo en un banco de cemento de la placita funeraria de los tecatos. Un escarabajo mediano con palancas en forma de agujas negras mecánicas se me trepaba por el cuello y yo gritaba como un animal herido en un zafari del Congo pero sin pararme del sitio. Después me entraron unas ganas terribles de sacar chavos de la ATH del Banco Popular de la esquina pero no había luz. Un enano socarrón que se puyaba los brazos con una jeringuilla de juguete intercalaba esa acción maniática con el lanzamiento de piedras de río con jeroglíficos taínos hacia la altura del poste. Tuve que permanecer sentado en el banco por esa razón y miré a la izquierda. Allí fue que vi de soslayo a dos deambulantes negros de pie contra otro banco, metiendo mano con suavidad, acariciándose por encima de la ropa sin atender pudores pequeñoburgueses y, de cuando en vez, metiéndose las enormes manos llenas de aceite de carros entre los hoyos de los harapos. Como el insecto no dejaba de morderme y yo me seguía sacudiendo su infernal presencia sin lograr que volara, esa visión disparatada estaba absolutamente fuera de foco. Sin embargo, me di cuenta enseguida de que los dos deambulantes negros se besaban con pasión suavecita a pesar de que tenían los bigotes manchados de tabaco, las monederas vacías y las bocas sucias olorosas a alcohol y sobras de empanadillas de pizza. Lo impresionante del caso es que verlos como si fueran dos personajes de Univisión amándose en un basurero salvadoreño no me dio asco, sino que me teletransporté a una escena trashy de la novela argentina “El mendigo chupapijas” y tuve un momento erótico inesperado e inenarrable. Quizás fue el impacto de verlos en un arrebato de ternura en medio de la desolación y la inmundicia más cruel administrada por el alcalde Santini y la secretaria de salud Rosa Pérez Perdomo. Pero la paz aparente de los machos en crispación rosita duró poco. El más grande de los negros sacó lentamente un canto de tubo PVC del carrito de compras que tenía allí parquiado sin que el otro se diera cuenta y le propinó un soberano tubazo en la cabeza al otro. En ese momento me paré del asiento, suspendí la lucha contra el escarabajo y empecé a gritarle al agresor que lo dejara, que lo dejara quieto y se fuera para otra plaza. Parece que mi alterado tono de voz también alteró al escarabajo picapica y su reacción nerviosa se tradujo en un mordisco que me sacó sangre en la tetilla derecha. Esa profanación de mi templo erógeno nunca se la perdoné al escarabajo del diablo y lo aplasté sin misericordia católica o protestante haciendo la señal de la cruz y con la palma abierta. Enseguida escuché las sirenas azules de la policía histéricas y me escondí detrás de unos arbustos de guayabo. Vi como llegaban en la patrulla y esposaban a los deambulantes y los obligaban a mantener las vergas tiesas sin importarles el susto con la intención (presumida o presupuesta; en fin, premeditada) de chupárselas. La confusión morbosa del momento me llevó a mirar al piso, donde encontré una bolsita semivacía con un polvo raro color chocolate justo al lado de un rastro de semen verde fosforescente. Me la tragué con todo y plástico sin consideraciones ulteriores sobre el HIV o la pintura posmoderna holandesa y lo próximo que supe cuando volví a abrir los ojos aún dentro de ese sueño es que estaba en el CDT de la calle Hoare convulsando bocarriba y que uno de los enfermeros me había afeitado el cuerpo completo, incluyendo las cejas. Tenían que intervenirme o meterme cuchilla amolada en el área lumbar sin piedad, o ambas. No tenía movimiento en las piernas y, cuando lo supe, exigí drogas opiáceas directamente a las venas y pegué un grito supermegadurísimo que traspasó la sala de emergencia del Gualberto Rabell (CDT Hoare, se ha dicho) viajó por encima de los tanques en forma de huevos prehistóricos de pterodáctilo de la San Juan Gas y rebotó contra las paredes de El Morro. Más tarde, par minutos después, hacía un frío tipo Wisconsin y una vecina del condominio me dijo que logré ponerles los pelos de punta a varios gatos que hacían el amor sin complejos en el Paseo la Princesa. Gaika, gracias a su oído agudo de perra biónica, pudo escucharlo en su guarida mullida. Mientras el enfermero se reía de mi nueva calvicie y me tomaba la presión arterial tocándome la entrepierna desprovista de vellos, la muy fresca se estiraba contra las losetas de terrazo recién pulidas y se reacomodaba la indiferencia vasca de ultraderecha entre cuero y carne. Cuando desperté a su lado sudado y temblando luego de la pesadilla, me di cuenta de que la muy cabrona roncaba como un lirón y no tenía señas (ni pie ni pisada) de haberse enterado del viaje infernal que había experimentado su amo luego de haberse quedado dormido en el sofá después de haber visto el noticiero.

August 9, 2007

Gaika muda e indiferente al salir de paseo hasta el nuevo parquecito de Miramar

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

vida perra perra vida final15112005Por Manuel Clavell Carrasquillo

A Sonia Gaia y Carlos Vázquez Cruz, por su cariño sincero en tiempos de poses bulchiteras y su peligrosa amistad.

Salgo a la calle a caminar por el barrio para hacer gestiones

que antes hacía en automóvil

Aprovecho que estoy de vacaciones

que mi calendario ha variado

para hacer gestiones a pie.
Reconozco un restaurant chino que había olvidado

me doy cuenta de una casa de los setenta abandonada
intacta

a pesar de que los vecinos ricos de Miramar han alterado todas las demás fachadas

no tiene rejas

no tiene segunda planta

no se ha techado el espacio de la marquesina posible
el garaje está en la parte de atrás.

Pienso en cómo sería este vecindario en los setenta

en cómo la gente blanca iba a la misa de Perpetuo Socorro a cierta hora

y cómo la servidumbre negra iba a la misma iglesia pero a otra hora. Ambas pedían Perpetuo Socorro, ¿eso es lo que importa, no?
Veo cómo el municipio expropió un estorbo público y lo convirtió en parque

Veo cómo le tiraron una torta de cemento que ahora llamamos el piso y cómo sembraron cuatro arbilitos aquí y allá. Veo un intento de mural artístico.
Pero veo también que la gente no le hace caso a la chapucería del alcalde y que lleva a sus hijos allí a jugar a pesar de la torta mal hecha
Veo cómo las madres y las titis y los padres y los abuelitos

juegan con los niños de Miramar

que gritan, sí

pero menos duro que los niños del Head Start de la calle Hoare, en medio de Tumbuctú.

No escuché a nadie hablando malo cerca del restaurante comunitario Delirio.

Más bien, vi a una enfermera trigueña que iba bajando la acera de enfrente a donde se sirve la carne de bisón en pleno trópico a pie y, cuando llegué a la gasolinera Esso que queda a esa altura de la Ponce de León, también vi cómo una chamaca insignificante se despedía de su novio mesero, un indio argentino hermoso de pelo largo que no llegaba a los 20 y que le decía cosas bellas al oído que no alcancé a entender.

Gaika estaba bien rara esa tarde después de haberme visto memorizar durante horas secciones enteras del Código Civil. Bien rara y callada, con intención de joder y restregarme en la cara el intento leguleyo de salto malabarista profesional.

Su cara tenía un rigor mortis parecido al de Noelia la de Yolandita antes de que se lo metiera Yamil a pasar de la novedad de la continuidad de ese parquecito y sus burguesitos usufructuarios.

Quizás por eso fue que, a pesar de que se lo pedí con insistencia literaria, la muy perra no quiso opinar.

December 22, 2006

Gaika, ausente, mientras su amo reposa en el diván

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

SantaAnnaPortrait largeEscribe Manuel Clavell Carrasquillo

Tenía que volver al psicólogo. Necesitaba desahogarme. Me agobiaba la oscuridad del futuro y la necesidad constante de hacer planes para alumbrarlo. En el recorrido hacia ese camino, me especializo en la poda de obstáculos y en la construcción de trampas para volver a caer y, de esa forma tan extraña y tan masoquista, poder descansar.

El costo de la estrategia me mataba. Méndez me atendió como siempre, seguro de sí mismo en su oficina de la avenida Ashford y, cuando lo saludé, me di cuenta por la dirección de su mirada que echaba de menos a Gaika.

Inmediatamente me acomodé en el diván sin dar explicaciones por la insólita ausencia de la perra. Doctor, estoy soñando dos noches sí y una no con mis antepasados, y eso me preocupa. No quiero asistir a ninguna fiesta navideña pero voy a tener que asistir, quiero desaparecer del panorama pero es imposible. Ya estoy comprometido con varias causas, eso me pasa, doctor.

A ver, a ver, vamos por partes, me dijo, como si quisiera traer a mi mente el chistecito de Jack el Destripador. En ese momento pensé en cuánto le costaba al plan médico aquella hora de despojos. Pensé también en cuánto me costaba a mí, que todos los meses aportaba a la prima sin darme cuenta. Pero llegó el momento, bastaba de dilaciones, me tenía que relajar.

Había incienso sobre una mesita pequeña en la esquina después de la butaca y ninguna botella a la vista, pero indagué. Doctor, ¿no tendrá usted escondido entre las gavetas de su escritorio algún Brandy que se pueda beber? Sin embargo, no me atreví a hacer la pregunta, sólo murmuré alguna incoherencia, quizás por no hacerlo romper alguna regla recóndita de ética profesional.

De todas maneras, tuve que relajarme a la brava, había sacado el día para contarle que buscaba y buscaba, pero que no alcanzaba a encontrar rastros en ninguna parte. Que había tratado de dejar todos los legados posibles a través de la escritura y la conversación, los gestos y las acciones de buena y mala gana, pero que nada lograba al final de las expediciones al otro mundo y a todos los mundos de los demás, los míos ya infinitos, los había intentado dejar de contar pero no podía, porque seguían allí en los abismos de mi (in)consciencia, intermitentes, aullando desesperaciones tristes después de las tres de la mañana, y me despertaba, a veces, refortalecido en una camita de hilos verde esperanza, haciendo planes de reconquista, de formas y más formas de seducir sólo para caer a los precipicios vencido y volver a traicionar.

La mañana estaba como para representar el papel de mariscal de campo que acaba de perder el control de las huestes en plena batalla, porque inclusive en la guerra llega el momento de la improvisación. Me imaginaba como mariscal inglés a punto de perder el comando, pero perfectamente ataviado de uniforme con pantalones kaki planchado al vapor y con botas lustrosas que el barro iba a tener que manchar; como si se tratara de una cábala irreprimible o una mandatoria cuestión de honor.

Le pedía otra copa de Brandy a algún subalterno allí mismo, montado sobre un enorme caballo percherón, y sentía el frío de la madrugada sobre la piel mientras observaba el rocío que invadía la grama de Hyde Park. Los drogadictos invadían el parque -no había enemigos de peso-, mi cerebro militar se extendía sobre esa grama, que era yo, menos más multiplicado por todos mis miedos juntos en forma de diminutas agujas vegetales. Podía palpar el pánico que se apoderaba de mis preceptos napoleónicos, verme en la distancia de los desmadres de la guerrilla de los narcómanos y reconocerme capaz de firmar mi nombre y mis dos apellidos en cada una de las cartas de defunción de mis soldados en regimiento con el humo de un cigarro encendido apuntando hacia el cielo, que no era más que la inmensidad nebulosa que no terminaba tan siquiera después de cerrar los ojos y desear que cesasen y desistiesen de parpadear.

Doctor, el problema es que veo doble y que por eso tuve que dejar a la perra en casa. Temía que no la pudiera manejar. Doctor, el problema es que he hecho compromisos que no puedo cumplir, promesas vanas que quedan vacantes como los cuartos de hotel en temporada baja, cambios abruptos de habitación y que, a pesar de las advertencias, sigo contratando más personal, meseros, mucamas, compañeros de jornal que me animen la fiesta en el ball room. Doctor, el problema es que salgo de paseo y quiero regresar, como si en el trayecto no hubiese nada y no hubiese mapas ni carreteras ni vehículos de tránsito ni pares o señales. Como si no fuese yo, punto, eso es.

Doctor, estoy sumamente confundido, ayer encendí el televisor y no paré de ver películas de John Malkovich, me impresiona su fina postura y su uniforme con pantalones kaki de mariscal, el tono de su voz, el manejo de sus labios cada vez que se para frente a Juliette Binoche y la forma en que le habla, a pesar de las cámaras y las instrucciones del regidor de escena. El problema es que he descubierto que me gustaría ser él, pero soy yo.

De niño soñaba con una varita de Harry Potter para cambiar los sets a mi antojo, acomodar muebles en la sala y el comedor de los vecinos sin que se dieran cuanta, colocarles una maldad en medio de la mesa para que cuando se sentaran a comer explotara y saliera triturado en confetti un muñequito superhéroe que los fuese a rescatar de su miseria acompasada y de su rutina burguesa; esa que incluye lavar autos, correrlos a través de la polvoreda de la isla y regresar para seguir reponiendo las hieleras llenas de agua en el congelador. Doctor, estoy hecho cantos, ¿no ve?

Aquel hombre era todo un oído sin pelos, pero una oreja que me quería decir: No vires a la izquierda, hermanito, piénsalo bien. No sigas dando vueltas en los desperdicios y concéntrate en la jardinería japonesa. Pero esa oreja sabe mejor que nadie que no tengo la paciencia ni el adiestramiento ni la intención de bregar con los caracoles que se comen con lentitud cada una de las plantas que con tanto trabajo el esteta japonés va sembrando en jarrones decorados con motivos imperiales, amarillos, preferiblemente, el color del oro resplandeciente extraído de las mimas del rey Salomón.

Doctor, la otra noche me travestí como el rey Salomón -con corona y fragancia de mirra, me puse una falda de tafetán-, recité salmos yo solo, aún en contra de las negativas de Gaika, que ladraba como si hubiese visto al diablo venir. “Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas… Alaben el nombre de Jehová”.

Revisé mis contratos en la consulta, las conexiones con el mundo de los adultos y las ganancias que me jugué. Aprendí que los porcientos no me favorecen. Necesito fondos mutuos, planes de retiro, cuentas de ahorro, ingresos fijos en los que se pueda confiar. Hablé de las ofertas con el doctor. Hablé de la falta de hombres disponibles para tener una noche de lujuria sin compromisos, sin que medie conversación. Hablé de las enfermedades de la próstata, de las calenturas, de los pronósticos del tiempo, de los problemas de las mujeres casadas y de los viajes que planifico a la corteza exterior.

Hablé de la espesura de la Selva Negra a las afueras de Bruselas, creo, y de los mantos de los beduinos y de los vientos de la Patagonia que también eran yo, dividido entre menos pero eran yo. Unos vientos con fuerza de muerte que condenaban las cosas vivas a la parálisis corporal, petrificaciones anónimas en medio de las blancas planicies -era yo transformado en Mr. Cold- sin posibilidad de que la base de los chilenos mandase algún SOS a Neruda a Borges, Jorge Negrete a Juan Gabriel. Le confesé nuevamente mi cansancio y mi insomnio, mis vicios toditos, el chantaje al que sometía a los farmacéuticos que no querían renovarme la prescripción que él me entregaba después de acabar.

Por cierto, se acabó su tiempo hasta la semana que viene, dijo, estoico, y en ese momento salté del diván y le pedí permiso en tono bajo -o en perfecta jerga psicoanalítica- para llamar a Gaika por teléfono. Quería dejarle un mensaje en el contestador: “Gaika, mi vida, te tengo una noticia terrible: veo doble. El doctor quiso disgnosticarme relación mente-cuerpo, psicosomosis, vainas de esas que dicen los loqueros, pero se limitó a decirme que mi problema no estaba allá afuera donde lo estaba buscando drogado y que nadie es culpable de su proliferación anormal; que la locura en sí misma y redonda soy yo. Voy para casa, espérame ahí tranquilita, que voy para casa ahora mismo, mi amor”.

November 25, 2006

Gaika perdida y hallada en el templo judío después de haber visto Deconstructing Harry y dar una vuelta por el Taller Cé

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

deconstructing harry ver2Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

A Mikephilippe Oliveros

Fui rescatado por un ladrido espantoso de Gaika del bosque rumano de la película porno para maricas “Forest Enchantment”: “Carajo, deja eso, condenao, te vas a gastar el miembro. ¡Qué clase de obsesión! ¿Negro? ¿Negro? ¿Otra vez? Ya… Dime ahora, who’s who?”. Me interrumpía en las rutinas autoflagelarias, pero más tarde se lo agradecí. Cambié la imagen hasta llegar al International Film Channel y allí me encontré con la película Deconstructing Harry de Woody Allen. ¿Hay que ver esa mierda… ño?, preguntó la canina vasca transformada en plaga. Después de ayer estoy convencido de que Gaika no es una, como me había imaginado siempre, sino legión (en este caso jauría demoníaca).

Pues sí, le dije, la vamos a ver completita, a menos que puedas manipular los controles. No –me soltó rápido–, no puedo. Graciosito. Pero sí puedo mear tu hermoso piso de terrazo. Hazlo para que tú veas, contesté, atrévete, condená, para que tú veas lo que es bueno. ¡Mire qué jodienda!

Comenzaban los créditos y, mientras leía las letras, recordé un paso de comedia del teatro estudiantil Taller Cé, un domingo cualquiera de los repetidos en la ciudad universitaria. Mientras los actores se acomodaban, estuve pendiente a la caja donde suelen guardar el dinero de los boletos, porque allí no hay taquilla con cabina y privacidad para llevar los libros de contabilidad, las facturas ni nada que se parezca. Inclusive, dejan entrar a niños menores de cinco años acompañados de sus padres yippies educados en Montessori (aquellos eternos años de panes de casabe del 12 de octubre preescolar). Me estuvo raro ese combo de reglas flojas, me estuvo raro, (Este mundo tiene que cambiar) pero calmé tántrums porque supuestamente se trata de un ambiente “familiar” y “urbano”, certificado en término de anualidades bien inspeccionadas por las autoridades cooperativistas. Aparentemente los infantes, por virtud de la idea izquierda heredada, también son socios de este taller compuesto, en su mayoría, por cantautores y otros especimenes artísticos de la venta de ollas casa por casa, libros inéditos bajo el brazo, pinturas rompesquemas colgaditas todas en las paredes bonewhite y sin grasa.

Los actores estaban tras bastidores metiéndose cosas, el aire acondicionado ni se sentía y yo preocupado por los centavos de la entrada. ¿Cuántos pendejos éramos? Quería robarles algún dinerito para que al menos se me moviera la adrenalina mientras pedía una cerveza Presidente seguida de dos shots de tequila. Llegué a beber, más tarde, pero nunca pude acostumbrarme a los señoritos de la universidad que cuchicheaban en la penumbra como si estuviésemos en Londres a la hora del té o las tres de la tarde en palacio con los alcahuetes de Buckingham y las madamas. Observé cómo los chicos asustados trataban con condescendencia intelectual a las muchachas de bien (Van a cambiarme la vida), que se tocaban el pelo como lo hacen las progres a lo Jane Fonda, no las putas Demi Moore, y descruzaban las piernas para agradarles los cerebritos mojados. Casi nada de Viagra con su poquitito de coca. Me pareció un quinceañero todo aquello y luego me arrepentí con remordimientos de ratero mal bebido de mis pensamientos chochos. ¿Qué quería, que las más bellas se abrieran despatarradas para que los machitos les metieran las vergas amoratadas allí mismo sin piedá? ¿Acción cavernícola = juventud vivaracha? Ensangrentados por menstruación, si quisiera ser tu dueño, agua clara y sentimiento. Permiso, pedir permiso en un antro fuera del salón más allá de la línea de piquete detrás de las espaldas de la madre superiora y el padre violentón el hermano bobo. Todo eso, ¿para qué?

-¿Gaika?
-(Silencio)
-Gaika, ¿mi amor?, ¿mi vida?

Presentaron la escena de una novia difícil, acabada de parir (Van a cambiarme la vida), que fustigaba a su compañero de proyecto de vida y cortinitas floreadas como mantel y centro de mesa porque a todas horas quería seguir y seguir y seguir jugando videojuegos. Y siguió, Pac Man se lo llevó. Como al soldadito de plomo de casa, Guillito, que la metralleta se lo llevó… y no volvió. El teléfono celular del muchacho la atormentaba mientras ella lo quería para él sentadito / listo para ver una película y, al otro lado de la línea (bueno, serán ondas, porque ya las líneas… out of order / out of date), se presentaba el resto de la manada: más muchachos que lo llamaban para que fuera con ellos a jugar baloncesto al centro del pecho peludo, a comer hamburguesas sangrientas en el fogón testicular, a ligar jevas en la fiesta de turno más su consabida borrachera Guiness, porque negra es mejor y si da dos veces mejor, también, y mejor pa ti, cabestrón. Guiar ebrios hasta la casa. Es la cosa. Esquivar las sirenas de los policías, (es la cosa) sentirse suertudos (no es redundante: una cosa es sentirla y otra cosa es la suerte), los jóvenes energéticos revestidos de la actitud temeraria del resto del populacho. Es la cosa, guákala, fo.

Después surge este personaje que está bueno, de repente, ay virgen, y en medio del escenario les lame los pies a otro, que resulta ser traficante de drogas blandas o pueden ser pastos de los que andan choretos por ahí. Tirador dado de baja de Levittown, el pueblo de los chores choretos y el chicharrón con choripán. Encienden las luces por error y allí estoy, delatado, metiendo mi mano impulsiva, temeraria (completa) en el cofrecito de la ganancia de los actores, que es el dinero que se recoge en la puerta –dicho ya–, como si fuese la ofrenda de una secta de seres que toman calmantes y se calman (by-the-way) escuchando las olitas artificiales del mar Aral (Putumayo Project). No importa, nada va a pasar, no habrá represalias. Soy una personalidad famosa, mis amigos me quieren y estamos en territorio libre de América. Calmaos, dije para mí justo después de reconocerme en ese firmamento de estrellas criollas, pero confieso que, en ese breve instante, sentía como los ladridos de Gaika me penetraban el cerebro sin grasita suavizante. Me desmayé. Cuando me despertaron (a fuerza del lanzamiento de una cantidad considerable de Club Soda) me di cuenta de que los actores habían decidido joderme hasta el niet. Por unanimidad, les tocaba hacerme la parodia también. Me tenían, sí, pero para poseerme en el arte y su círculo solidario permanente (no-matter-what) tenían que burlarse para saciarse al poseerme “de verdad”. (Van a cambiarme la vida). Para ello, fingieron que nada pasaba y que nada continuaría pasando, que es lo peor. Cambiaron la música, permitieron que el aire acondicionado enfriara del cero al diez y comenzó la tortura china. Chiplá. “Es estudiante”, “es un lector”, “es un crítico”, “pagó su boleto”, “la botellita”, “no tiene tapita”, “uno de tantos”, y “…dos más”. Chitón.

La película y la imposición del dominio de los controles remoto sirvieron de excusas para explicarle a Gaika que los muchachos inventaron esketches a mi nombre y los reprodujeron en escena hasta que el delito menos grave –por no mediar intimidación o violencia– se convirtió en payasada (Van a cambiarme la vida). Se rieron de mi promiscuidad y mi atrevimiento facineroso sin mencionar mi nombre, hablaron de mi intolerancia y mi afición por las tarjetas de crédito sin delatarme, consiguieron repetir mis gestos amanerados, casi torpes, el color de mi piel, y hablar como yo hablo e, inclusive, convencer a los bartenders más bellos del mundo –si otro mundo como este pero mejor fuera posible– (Van a cambiarme la vida) de que me siguieran sirviendo tequilas con todos los limones que requiriera por escrito y matasellos la operación bautizada por el comando teatral M-16/Luminoso Sendero Pedagógico como “Deconstructing H.”. Barra abierta, señoritas y señoritos, “next round on me”.

-Gaika, ¿dónde enterraste los cadáveres?
-Son mis ratas muertas, mis cabezas degolladas. Lo hice, pero en desobediencia civil.
-(Tú, el de allá abajo, aló, ¿a ti te han cambiado la vida?)

Salieron al área de fumadores con sigilo y nadie los siguió, estaban embelezados con el producto de consumo cultural llamado “Teatro breve”. Ella procedió a pararlo sobre el sofá que estaba colocado debajo de la escalera y le bajó la bragueta. Como estaba oscuro, oscurísimo, negro pelú, ciertamente, él consintió enseguida (sí, quiero) y lo puso a trabajar a su favor de inmediato. El alcohol, la marihuana y los relojes dictaron el paso rápido de la mamada, rapidísimo, en “high”, ciertamente (sí, quiero cambiarte la vida, mi amor). En un dos por tres salió la leche espesa y caliente disparada hacia el mismo centro de la oscuridad húmeda de su garganta y ella tragó sin sufrir el derramamiento salobre (¿cuánto más cambió?). Tragó ya cambiada y, fíjense, ¡qué cosa esta!, ni una gota de asco vino a sentir a pesar de las condiciones del sofacito aquel. Al final, encendieron un solo cigarrillo. Ella fumaba cabos por gusto adquirido, y la humareda sencilla fue suficiente para distraer al deambulante que los veía desde la acera a través de un minuto adicional, más no para ocultarlos del todo en la nube semitransparente del humentín.

Prende otro, pidió Gaika.
¿Radiografías?, ¿problemas cardiovasculares?, dijo, como decir: “¿Chucherías?”. “Sí, amorcito, sí… ándale, prende y pasa, sí”. (Tengo otra vida ya).

“Si mi padre llorase la pintura de los párpados en rayas negras mojadas, se pasaba el pañuelo y más rayas y manchas”. ¡Zas! –Antonio Lobo Antunes.

Los actores estaban revueltos porque un colega estrenaba para todo público su última película. “El Clown”, así la titularon (como quien quiere dedicarse en cuerpo y alma *antes de los treinta* a cambiarnos la vida como si na) era un desastre desde el inicio, pero la madre del que lo recordara o lo profiriera allí mismo a viva voz. La idea, robada (como este texto bastardo para Internet) de un artículo periodístico, consistía en el funeral de un payaso, y allá a la funeraria del pueblo costero van a llorar los deudos –nada más y nada menos que más payasos certificados. Contratistas independientes registrados en el Departamento de Hacienda, pues. No hay perros en las escenas iniciales, hay que recalcar, sólo payasos al sol en pueblo costero y vocación de cambiar cosas, hacer algo por su país. (Otro mundo es posible pero la vida nos va a cambiar, ¿no?). Regardless el “bondo” (“anyway”), hecho y emplastado en los rostros en plena transformación tragicómica durante dos horas, sólo quedó el boceto del triste y derretido maquillaje de los que quisieron cambiar. ¡Plaf!, titular a cuatro columnas y By-line. Así que tenemos prensa y una sobredosis de dolor pintorreteado, Mikephilippe, ¿qué más necesita una historia para ser contada? Pues mucha negación y desvíos, querido tú, (La vida nos va a cambiar) porque los payasos ríen por no llorar y así se ocupan en desviarnos a ratos por los meandros y los paseos en botecitos de pedal y en el recorrido por las tiendas de cuarzo, las botánicas y las madreselvas, que son unas flores que perfuman y glorifican nuestros amores, ¿no? (La vida nos va a cambiar). Eso queda meridianamente claro, lo sabemos… por ahí es por ahí y creo que esto se puede explicar sin tapujos porque hay falta de reconocimiento de la faena laboral de los payasos, tan mal pagos, coño, a pesar del impuesto sobre las ventas o uso y siempre olvidados más allá de los doce años y los cumple cumple …vuélveme a cumplir… de hijitos y nietecitos: otros no, pero algunos favorecidos por las mejoras voluntarias y las dádivas, no hay que negarlo –fracatán de chavitos extra– porque así, ante el televisor y el golpe de las películas, nos roemos las carnes que rodean la yugular (¡MUAK!), nos queremos de a poco, sí, y nos hacemos más daño, chulo, ¿por qué? Ahora, a manera de pausa formal, una metáfora nacional, (Van a cambiarnos la vida, pero a la fuerza si es necesario) se dice que fue el filme este el soberano “Clown a la mixta con Edipo Rex”: “Ridi pagliacio”, canta “nuestro” tenor autóctono y propio de la meganación en tono imperativo o sugestivo, no se sabe, mientras las salas de cine siguen vacías para esa tanda de “señor citizens”, “Señor Frog: El otro mundo posible, donde la vida cambió”, mujeres, la estudiantina de tunas y tunos y un periódico de la capital –para récord– fustiga al héroe cantautor con preguntas capciosas. Lo mismo en la radio de la universidad. ¿Por qué no vienen este año al Casals de Bellas Artes ni al Taller Cé las estrellas verdaderamente luminosas y envueltas como almojábanas en miel? ¿Por qué? ¿Por qué no? (El mundo, ellos, el cambio, la posibilidad)

Robé cosas y parlamentos y me sentí cambiado del todo, otro embaucador, soy otro pillo de los que roban para quererse más y abrazarse en plena solidaridad del reciclaje el papel los cristales la acción del próximo Foro Social.

Reconocí que podía llorar frente a Gaika sin considerarme ridículo por primera vez –como cuando gateaba por el pasillo custodiado por dos mastines afganos que eran mi Súper Yo–. Aproveché la coyuntura y le dije a unos cuantos que la culpa de mi homosexualidad la tenía un instructor de campamento de verano en bosque rumano y las temperaturas de la madrugada que me tensaban los músculos frente a él. Fui libre para reírme en la cara de una actriz menor y luego abrazarla con todas mis fuerzas. (No, no, no nos moverán). Le dije que sí, que todo estaba bien pero que en todo caso detrás del mostrador estaba Mike. Para todos los efectos legales, y estéticos, quedo en paz conmigo mismo y con el movimiento de los panas porque no le mentí. Saqué licencia para pedir dos tequilas más, a nombre de ustedes, desocupados lectores, paños de lágrimas, garantías mobiliarias de que este mundo va a cambiar. Lo hice. Desenfocado del epicentro del robo perpetrado, la centavería, los impuestos y la desfachatez, volví a beber. Soy inocente, lo juro y como gesto de reconciliación les deseo un feliz día de año nuevo 2007. Mucha salud.

“viva Woody Allen
más allá de los milenios registrables,
y más pesetas.
Salud. (Bis)”.

TELÓN (Opcional. No se estila.)

-Gaika: “Es judío, el director”.
-Yo: “Por eso no aprendió nada del Cristo y la parábola de cómo hizo rodar por el suelo las monedas de los mercaderes del templo de Jerusalem. Pero na, ahora que lo pienso, el problema de los que acumulan fe en el otro mundo posible es la circuncisión”.
-Gaika: “No te hagas, no por la circuncisión….”.

Un túnel largo y oscuro a lo lejos: el de ella, el mío, el de Sábato. El de él. ¡¡¡¡¡LU-CYYYYYY!!!! ¡¡¡¡¡Luci-eeeeeennnnnnnnnnnnn!!!!!

“He cambiado, no me reconozco en los espejos”.

–Antonio Lobo Antunes. (“Qué haré cuando todo arde”, traducción del portugués de Mario Merlino, emecé, 2004.

TELÓN FINAL (Opcional. No se estila).

PD: $Tanto polvo teatral e invitados en el palco entonces, ¡ah! ¡Con razón, después del gran “lecture” sobre el tamaño de mi esperanza en la clase actoral puertorriqueña, frente a la farmacia Walgreens y la sinagoga de Miramar, Gaika reapareció!)$

October 18, 2006

En el terapista con mi perra Gaika

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

A D., en sus 30 años.

Michael KeatonAl fin concreté la cita con el terapista, yo lo quería maricón y lacaniano. La perra, por supuesto, reñía por una reunión de pareja con hombre mayor y aristocrático; preferiblemente con experiencia psiquiátrica, porque lo de ella eran las pastillas. Llegamos al Ashford Presbiterian Hospital en la avenida Ashford y enseguida comenzaron las escenas. Aunque me había programado para dejarla hablar y hacer de las suyas frente al profesional de la salud mental, había olvidado el antes y después del encuentro. Gaika haría de las suyas mientras pudiera. Me bajé del auto y decidí dirigirme hasta la farmacia para comprar la prensa. Bueno, es un decir, la prensa está comprada. Justo cuando tocamos la acera se nos cruzó una pareja de ancianos. Ella, regordeta, lo guiaba a él; presumiblemente a la cita con el neurólogo para repetir la rutina de la lectura de los laboratorios para medir los niveles del Alzheimer. La maldita condená comenzó a ladrarles sin que yo tuviese idea de qué pasaba. Iba distraído, ofuscado en organizar mis pensamientos, inventando mentiras en la mente para más tarde decírselas al médico. Gaika halaba el cordón con fuerza y tuve que someterla a la obediencia. “Carajo, perra del demonio, ¿qué te pasa?, no me hagas maltratarte en plena calle hoy, que vamos para la terapia”. Luego de resolver la situación y calmar a la vieja, subimos. La secretaria, solterona simpática, me preguntó que si la perra era mía y por qué no la dejaba en casa. Le contesté con una malacrianza directa: “La traje porque me lleva por la calle de la amargura y porque me sale de las jodidas ganas. Por eso es que el doctor tiene que verla”. No rechistó y enseguida llamó nuestros nombres. Era como si hubiese querido deshacerse de nosotros y de nuestras respectivas neurosis. Confieso que quería que el médico se pareciese a Michael Keaton. De esa forma, hubiese podido decirle bajo el privilegio del secreto médico-paciente que me encantaban sus ojos de Batman. Lamentablemente no conseguí satisfacer mi fantasía. El doctor se parecía, más bien, a Don Francisco, así que, aunque era gay, tuve que hacer de tripas corazones. ¡A ver cómo me funcionaba la teoría de la transferencia! Gaika se acomodó en el diván y me dejó la silla. Desde allí le ladraba al galeno que yo me masturbaba cuatro o cinco veces al día observando a los vecinos. Le dijo que al cocinar, yo gastaba más agua de la cuenta y que no podía vivir sin los chiles habaneros; una obsesión típica de una loca obsesiva compulsiva. Además, no tardó en explicarle que yo le había cogido pena en la adopción porque ella era una gusana vasca que detestaba a la ETA. Es más, le dijo que me masturbé frente al televisor cuando vi la última sesión en las Naciones Unidas del secretario general Kofi Anan. Como me había programado para dejarla hablar hasta que saciara su sed de venganza, no dije nada para contestar las injurias graves, pero pensé que esa cabrona se las iba a ver negras cuando llegáramos a casa. La torturaría llenándole el plato de la comida -y también el del agua- con anchoas. Never mind, doctor, never mind, dije para mis adentros, mientras la perra castrante repasaba mi último episodio de ataque de pánico: estábamos preparando un BBQ en la azotea del condominio y Gaika se encaramó en la baranda para ladrarle a un hippie barbudo que trotaba. Pensé que me iba con ella hacia el abismo por desbalance al enfrentar la línea divisoria que traza la baranda (De or. indoeuropeo; cf. sánscr. varanda, barrera, tabique) sobre el cielo. Olvidé el atardecer anaranjado, sólo se me vino encima la imagen del abismo. Morir por ella y junto a sí, esa idea confusa, me provocó flojera en las muñecas y solté el tridente con que pinchaba las carnes que asaba. El estrépito la hizo voltear la cabeza y, cuando vi que se les salían los dientes en gesto de furia contra mí por haberla distraído, más que le salían varias babas por el hocico español de mala leche, quise que la tierra me tragara. “Esta perra me domina hasta los vértigos. Coño, doctor, ¿qué hago?”.

August 20, 2006

Gaika arrestada y tortutada en una comandancia municipal

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

Escribe Manuel Clavell Carrasquillo

dog collar rhinestonesMe llevé a Gaika para la playa y pasó lo que pasó. Hubo pelea. No pudo soportar la mirada fija de los caballos de la policía montada sobre su collar de rhinstones. Desde que hubo la tregua en España entre la banda armada independentista ETA y el Gobierno de Zapatero, la muy terrible insiste en salir de casa con el collar de rhinstones. Dice que no les cree a los etarras y que no les cree a Zapatero. Le digo: “Gaika, mi vida, ten fe en los procesos de reconciliación democrática”, y ella me contesta que no, que no puede ser que yo (que soy su amo fiel) sea tan imbécil. Le aclaro que se ponga en su sitio canino inmediatamente y que yo soy el líder de la manada, por lo que me debe no solamente la vida, sino adjunto más que respeto y consideración.

En resumen, Gaika se molestó porque los caballos estaban haciendo funciones de niñeras en oras laborables que se supone estén consagradas única y exclusivamente a tareas policiacas. Explico. Lo que sucede es que dos agentes del orden público, los dos vigilantes de la playa, ponían a disposición de los hijos de las madres solteras sus equinos, también agentes del orden público si se considera su identidad integrada: policía y caballo, en estos casos, son uno.

A la perra salvaje esto le cayó mal y ladraba, ladraba desenfrenadamente porque eso no se podía permitir, que esos indios vestidos en uniforme azul estaban allí para su beneficio y no el de ellas, que qué pasaría si ella se ahogaba y dale que es tarde con la cantaleta y la pendejá. Traté, como siempre me ocurre cuando la chica se me alborota, de mediar entre los animales. No resultó. Gaika ladraba sin intenciones de dejar de ladrar y las mujeres abrían más bolsas de Doritos y Cheetos y papitas Lays y no les ofrecían ni a sus hijos ni a los hombres que las cortejaban sin encomendarse a nadie más. Comían Doritos, Cheetos, papitas Lays y, mientras comían, Gaika se malhumoraba como si comieran ketchup con caviar. Mi argumento tranquilizante era el siguiente: “Gaika de mi corazón espinado, por favor, estamos llegando aquí, trata de relajarte, disfruta de esta playa hermosa, entrégate sin vainas ni cuestiones a nuestra herencia tropical”. A la muy engreída no le importaba, seguía ladrando y landrando, porque ella no había salido de su palacete de Miramar para ver semejante espectáculo tercermundista, sobre todo en estos días de paranoia por la exposición periodística de la condición de las playas y los vertederos; en fin, por la maldita cosa que tienen los ciudadanos contra la contaminación ambiental. Ella comía, dormía y respiraba en cuna de oro y cristal, le había dado muchísimo trabajo asimilar su transformación en exiliada que olvida el vascuense a conveniencia de la nueva situación y no estaba para boricuadas dominicales a la una de la tarde. Eso sí que no.

Me puse a rebuscar los bultos para llamarle la atención sobre la comida, desenfundé los rollitos de repollo rellenos de cordero, descorché el primer vinito rosé de Portugal, probé las aceitunitas frías rellenas de anchoas y todavía Gaika seguía denunciando la desfachatez de los empleados del Estado en plena bellaquera descomunal. No sé por qué, al pensarlo dos veces, ella los perdonó, y se enfocó en los caballos. Me decía que esos animales estaban sin bañar, cogiendo sol a pesar de las garrapatas, pero que eso no era excusa válida para consentir a sus carceleros. Me dijo: “¿Tú no entiendes lo que significa tener garrapatas recorriéndote la piel debajo de los mechones? Pues nosotros sí, coño, nosostros sabemos lo que significa que los insectos no paren de chupar”. Cambié la vista, me concentré en la brisa del mar y en cómo interactuaba con los poros de mi cara, quise ignorarla a ella también. La estrategia resultó, sí, definitivamente, Gaika necesitaba mi atención, pero no desembocó en aquello que yo esperaba. La rabieta nunca llegó.

“Perra maldita, jódete ahora, brega con esa metamorfosis criolla de la ley”, pensé. Al terminar ese pensamiento fue que divisé a dos bañistas compañeros, unos cincuentones blancos tirando a transparentes que se han querido toda la vida. La querencia los precedía y los gestos me confirmaron la suposición. El de la derecha tenía aspecto de monje ortodoxo griego, pero en bikini. El segundo era lampiño, vestía trusa larga y algo me indicaba que era un tipo jovial. Me fijé en la tranquilidad de las aguas, interrumpida sólo por el paso ocasional de los jet ski. Busqué el sabor del vino rosé con mis labios, fui como la pareja y a la perra, la olvidé.

Mucho después de la salida del trance me llamaron al celular que había grabado en la plaquita de Gaika para que pagara la fianza. Había sido arrestada y transportada a la comisaría municipal. Actué como autómata. Llegué en piloto automático hasta el cuartel. Mientras los detectives me amenazaban con aplicarme en demanda privada el artículo 1803 del Código Civil de 1930, según enmendado, que se refiere a la responsabilidad vicaria que nos aplica a los dueños de cualquier animal, pedí permiso para pasar al baño. Me masturbé lentamente pensando en el sargento que la agredió. Abroché los pantalones sin terminar de limpiar. Ella estaba acostumbrada a las golpizas y, según me había contado entre lágrimas una tarde de abril, también a los electroshocks. Al terminar mi ejercicio perverso salí a pagar la deuda y, justo cuando nos dirigíamos al automóvil para escapar de aquél edificio enfermo, ella en silencio sepulcral, con la cola adolorida por una laceración, se dio cuenta de que los dos caballos belcebúes pastaban por allí.

“Cabrones, ya verán como me las van a pagar”. Eso les dijo la vasca puertorriqueñizada que vive conmigo. Eso les dijo con los colmillos afuera y exhibiendo los rhinestones a los dos caballos más tristes que hemos visto yo homo y esa perra condená.

-Estruendomudo equus est.

April 21, 2006

Gaika:’No se distingue entre la falta de fe, coño. la falta de fe, carajo’

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

unos lectores españoles me buscan. les presento a mi perra Gaika, que es vasca exiliada. ella les ladra porque los reconoce catalanes furibundos, nacionalistas de TV3. gaika no entiende razones de conservación de lenguas y las prohibiciones del castellano a las horas pico. para ella es mejor que cada quien hable lo que quiera y le venga en gana, sobre todo si está bien financiado con subsidios gubernamentales. luego, la perra quiso comentar sobre la situación de los impuestos. nadie paga. nadie quiere pagar. todos en el chupa chupa de la teta y ninguno en las aportaciones para las curas de los hospitales públicos sin aires acondicionados y sin sueros disponibles a tiempo, porque se equivocan de pacientes. en la cama de al lado estaba moviendo la cola un pequinés, porque ahora los pequineses también lloran y exigen. como tienen ciudad olímpica, bueno, y son bastantes, pues exigen. un poeta pasa por la sala de espera porque así lo ordena el libreto y declara que no lee nada que se publique en internet porque se le cansa la vista. gaika vuelve a ladrar y se burla con otros tres ladridos de su nostalgia decimonónica. no hay peor poeta que el que no quiere ver, me dice la muy espabilada. entonces comenzó la persecución de dragas en medio de la ciudad lluviosa. siempre se meten en el medio par de escandalosas dragas. el poeta no supo qué hacer mientras otro poeta estúpido le robaba las nalgas de su novia. recitó, pues. la perra se descontroló y hubo que amarrarla, no podía parar de ladrarles a los travestis. no vaya a pensar, señor extraño, que por ser travestis andan con refinamientos; todo lo contrario. la gente común de los incautos -los que nunca se han puesto par de tacas- piensa que los travestis son bien fashion. es una moda que se ha regado por ahí y la repiten por cable. de momento el sol les quema esos bíceps a los muchachos y esos abdominales y las dragas esperan que eso deje de resplandecer para ellas, entonces sí, apoderarse de las formas esqueleticas, muy montaditas en trajecitos para escenas, se ha dicho que lluviosas. los celos de las que se venden en las esquinas son terribles contra las que se pasean por las pasarelas de los bares de mala muerte. son dos partes de la ciudad que uno ve y siente cuando pasa por allí en auto. tuve que echarle gasolina, carísima, a ese auto de mierda. me estacioné. chocaste de cabeza directito contra el parabrisas. luego me acusaron de frontú, de alfiletero, que es lo mismo que de cuatro disparates lanzados al aire y el ciberespacio con la memoria llena, como los tanques. ay mi madre, cuánto los quiero con uniformes militares para que me fuleteen el tanque y ellos siguen rechazándome, presentando cargos en mi contra. todos en fila en el cuartel, haciéndoles la señal de los ñetas a los guardias. uno ha sido contratado dos veces para resolver asuntos presupuestarios en la secretaría de hacienda, municipio autónomo de manatí, al norte de la isla del encanto. es la atenas, la atenas de puerto rico le llaman y ella que se deja, la muy sucia despechada. especialmente para ti, trovador, unas líneas de devórame otra vez y he mojado mis sábanas blancas. unas líneas de polvillos blancos para que te las lleves en la valija hasta la próxima aduana, donde tendrán que poncharte los sellos y lacrarte los empalmes. ¿what the hell is that de lacrarse los empalmes? ella marca los números y llama. yo estoy atado con unos cueros negros que me puso un abusador de pueblo pequeño y una mordaza de película porno setentosa. me pregunta por el otro y yo me niego, me niego a reprocharle una y otra vez que es una perra parecida a gaika: perra, cabrona, mamasita maltratante: ¿por qué me las estás pegando? fui una de las pacientes que soportan hasta pesas con vidrios quebrados en los callos. fui una de las penitentes, escupidas, disfrazada de draga y medias nylon con lentejuelas muy mal puestas. tod por culpa tuya, que bastará para sanarme. fo, me poso como mariposa en cuclillas frente al altar y pido perdón ahora. pido perdón por todas mis rabietas y mis transformaciones sin aviso y esto es para la madre patria -salud- y el agente judío que escribió la metamorfosis para ocultarle a las autoridades que era tuberculoso craso. esto es para que me publiquen a mí también en españa, como a mayra. porque yo me lo merezco y sony más que bien bello, darling. yo quiero los laureles y quiero la fama y quiero el nombre que retenga las consecuencias de toda la tradición hispana. soy la dueña de gaika, veo telenovelas en inglés, the young and the restless y porque sí me tienen que querer tal cual y molto tempo. me tienen que adoraaaaaaaaar. fue contigo que mejor gocé aquellas erecciones tipo bolero en una sola loseta y las venas de la carne negra se me hincharon. estuvieron, en la presentación de la revista, hablando de culos toda la noche. embellacados. los chorros de la sangre encabritada hacían pose de un estruendo terrible, como si todo nuestro amor estuviese ataponado luego de haber fluido libremente por cinco cañerías interconectadas, pero mohosas. dale destape. se supo, pero se supo tan y tan tarde que me vine así, muy lento sobre tu rostro amoratado. creo que fue el rash y los espermatozoides ácidos los que te colocaron entre las carnecitas del cuello esos moretones. pasamos a la benadryl líquida y sus retrofractales y a la próxima película porno. exploramos los tejidos con carbono 14 y gaika diagnosticó residuos de dna fechados en los tiempos de los primeros cristianos. regaditos por ahí, como en perímetro arqueológico del imperio medio; como antique egipcia y gatos momificados con tiras de algodón del fino. se lanzaron al ruedo ellos con sus tetas y sus vergas operadas, todo el masacote menos los huevos y con los sacos guindando a pesar de la perfección quirúrgica de todos aquellos bendajes que les pusieron los sacerdotes del maldito templo. she males, dijo gaika entre ladridos intelectuales. she-males, fueron clasificados. ella siempre tan zoóloga. allí fue que finalmente se hizo la calma y la luz en las tinieblas de nuestros pasos inconformes o dubitativos, nunca los perros de bien, nunca saben. sólo ladran. se volvió a mencionar el culo. bien se sabe lo que ya se ha dicho: san juan de puerto rico está allá afuera y está esperando. es un gran culo que espera y late. en san juan de puerto rico los restaurantes cierran a las once de la noche y en madrid no ha comenzado la movida de las tapas. eso es así, y nosotros dos nos bebemos la champaña y brindamos por estar en puerto rico, nuestra bendita patria. no se quejen más, cantos de pensuacos, gritó la perra de mi vida, gaika de mi corazón espinado. no se quejen y a trabajar se ha dicho, porque los impuestos va a haber que pagarlos y las planillas de contribución sobre ingresos habrá que rehacerlas a la medida de los periodistas que reportan aquí con anteojos partidistas y unos bolígrafos correctamente entintados. unos creen fielmente en el estado libre asociado como colonia maravilla. otros creen en el estado federado con los estados unidos verdugos de irak y otros creen en la independencia nacionalista, como los vascos apestosos, según los antiliberales. las vascongadas son las provincias en las que se compra más caro en españa. otro dato inútil. los más ricos y los más separados pero son nuestros queridísimos hermanos. no les digo yo, la perra: “la falta de fe, coño. la falta de fe, carajo”.

la foto:

nada tiene que ver con todo esto.

-m.c.c.

January 18, 2006

Gaika espantada por las indicaciones eróticas del Libro rojo

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje


Por Manuel Clavell Carrasquillo
De la Redacción de Estruendomudo

Ahora bien, en la China de Mao estos gestos del hombre que anda con un libro en la mano son el aspecto más vistoso y más desconcertante de la Revolución Cultural. El hombre, en este caso, es todo chino que se sienta ciudadano antes aún que individuo; el libro es el librito rojo de las citas de Mao. […] El intelectual se limita a leer un libro, pero el hombre de fe se lo lleva consigo.

 

Y, realmente, he aquí las más importantes entre las actitudes que se pueden adoptar ante un libro y que desde hace seis meses han transformado a los chinos en otros tantos escolares dedicados al ipse dixit: se lleva el libro de paseo para demostrar que se le tiene, y entonces tenemos la señal, y asimismo la ostentación. Se agita al aire en las asambleas, en los desfiles, en las reuniones, y entonces tenemos la exaltación del libro, o bien la amenaza y la provocación por medio del libro. Se le abre y se hace correr la mirada por él, y entonces tenemos la consulta. Se lee en alta voz en contestación a alguno y entonces tenemos la cita, la comunicación. Se acaricia cerrado con la mano y se oprime contra el corazón, y entonces tenemos el afecto. Se tiene en la mano durante los bailes, los cantos y las funciones de propaganda, y entonces tenemos la simbolización… Es increíble, en resumen, lo que puede influir en el comportamiento humano un librito como el de Mao.

-Alberto Moravia, "La revolución cultural en China", junio de 1969.

 

Gaika no entendió por qué me decidí por el Libro rojo

de Mao

Quiso indagar mis razones para la elección
de una reliquia comunista
en tiempos de glamour globalizado

Le dije, Gaika, perra bella,
dime, ¿cómo puede meterle mano a un chino
alguien que no ama a Mao?

Sentí su ladrido-respuesta como un sopapo
Gaika me regañaba por boquisucio

Quise explicarle que pasaba
por una de esas etapas de fijación erótica
con pornografía nacionalizada

-Hoy sólo me excitan los orientales.

Quise abandonarla en el cuarto de los huéspedes
y escapar hasta el sauna público
quise desvincularme de su mirada juzgadora
para probar piel amarilla en paz
y sin juicios de resoluciones de la ONU

Recordé un antiguo encuentro cercano
-del tercer tipo-
con un chinito absolutamente lampiño
que tenía el six pack abdominal
dibujado perfectamente
encima del ombligo

Me cortejaba con pasos tímidos
ataviado sólo con toalla
exhibiendo ojos
como horizontes semiabiertos
y pelos lacios recortados

Esperó a que los viejos desalojaran
el cuarto oscuro:
ellos lo molestaban con sus insinuaciones frescas.

Pero a las penumbras se le escapaban varias luces
y
-al verme a través de esa claridad escasa-
me invitó a su esquina soliraria

Permaneció sentado y patiabierto
la orden consistía en que me le sentara encima

nos besamos con intensidad
nos tocamos brevemente

Era un chino musculoso, con labios cortos,
y estaba decidido a no decir ni pío

No me dio oportunidad de enamorarme de su acento
Tampoco estaba dispuesto
a cambiar de posición
Disipó el peligro de contagios
Sólo permanecimos abrazados
Bien cerquita de los calores mutuos

Gaika se dio cuenta de todos los detalles
de mi viaje mental a la gran muralla
y empezó a exigir que la sacara al patio

Mi vida, quise decirle, no te pongas celosa, please,
estoy de mente bellacosa y no tolero escenas

La dejé

Que muriera loca
que se consumiera en su bilis xenófoba
Chilló como si yo abusara
y la encerré por prospasada

Sólo al fin
recordé
con lujuria contenida hasta ahora
la expresión
chinesca del orgasmo de Li Chu

el más extraño de todos. El indicado según los preceptos del Libro rojo.

-mcc

January 12, 2006

Gaika de fan, en la plaza de las estrellas

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje


Por Manuel Clavell Carrasquillo

La perra se maravillaba al observar la solidaridad de los habitantes de la ciudad vieja.

A la derecha de la mansión del banquero Richard Carrión, en los bajos de la sandwichera El Mesón y Algo Más que hace la esquina de la calle San José y la San Francisco, Stella Nolasco le confeccionaba un traje verdecito menta en una seda semitransparente a la novia eterna de Robi Rosa.

 

De repente, la modista se pinchó el dedo pulgar de la mano izquierda, enhebrando la aguja por quinta vez, y una gotita de su sangre de diseñadora fina fue a parar a la boca de la novelista Mayra Santos, su ayudanta, que la recogió entre sus labios con gesto erótico de negra sandunguera, saboreó la densidad agridulce del líquido y la escupió arrebatada.

 

Gaika ladró con gemidos cortos al ver a través de la vitrina cómo la saliva enrojecida sacré de las jóvenes emprendedoras contagió con un sida (de nueva cepa engañosa contraído en el Garnment District) a la perra de Sila Calderón, que por allí paseaba un gardaespaldas. La poodle, de carácter fuerte como su dueña ex gobernadora, arrepechó con todo y risitos negros para el edificio militar del Departamento de Estado. Primero convulsó en el piso de mármol de la dependencia de las proclamas oficiales sobre inútiles relaciones diplomáticas con el CARICOM y luego regresó a la normalidad, ataviada de blanco. El sida no era tal. Era la enfermedad de los encajes. La de Sila le contestó a mi amada con ladridos cariñosos y, en ese proceso vocal entre jutías postmodernas, le advirtió sobre las caries de Cantero Frau.

 

Entonces apareció el dentista de Ricky Martin, que tomaba un café negro en el espacio reducido de la Fuente de las Tres Estaciones de la Plaza de Armas del Viejo San Juan. De lejos, desde la puerta de la Farmacia Puerto Rico, Gaika notó, asustadísima, que el médico reflexionaba sobre la posibilidad de que los “golden showers” que le suministraba su atlético novio le afectaran al astro boricua la cavidad bucal. Gaika, mamita, pero cómo vas a pensar eso… bobolona, Ricky lo que quiere es que le orinen encima, no que le meen la boca. Eso se me ocurrió decirle para engañarla.

 

No funcionó, los orines de la tecata de turno, la que vela la entrada de la Alcaldía de la municipalidad, le mojaron las patitas y Gaika se me descontroló. ¿Tú viste, tú viste? Virgen santísima, en esta ciudad ya no se puede ni salir a caminar. Esas fueron como palabras mágicas. De inmediato vinieron al rescate los profesores Eduardo Lalo y Mara Negrón con el mapa de París bajo el brazo. Gaika se los arrebató y, sacando fuerzas de no sé donde, se lo llevó a la tecata entre los colmillos para humillarla. Mira, so inculta, para que lo sepas y no pases más pasmes, en las escaleras de la Academie Francaise no se puede mear. Eso le dijo a la pobre infeliz la engreída esa, tortura de mis caminatas de despeje mental.

 

Gracias a Dios que en ese momento todo se fue aclarando debido a la presencia agitada de dos turistas alemanes treintones cuyo crucero hizo escala hace unos días en el muelle catorce. Iban derechito para el sauna turco del gimnasio de Steamworks y Gaika les preguntó que por qué tanta prisa para hacer ejercicios. Mere, frankfura sin sourkraut, esta isla es pa vacacional. Con esa advertencia intentó que cambiaran rumbo perdido para que se enderezaran y se enteraran de que hay una santa muerta a la que le crece el pelo unos milímetros todos los días en una urna funeraria de la Catedral. No se le dio el desengaño a mi querida perrita beata. No se le dio.

 

Glenn Monroig lo escuchó todo desde los teléfonos públicos de la plaza a pesar de revoloteo incesante de las ratas voladoras llamadas por los nativos palomas y Gaika suspiró cuando se dio por enterada de su presencia angelical; a pesar de la barba hirsuta y el apellido cortavenas. No todos los días uno se encuentra con Glenn Monroig. Hasta allá fue a tener la perra mía, mi queridísima Gaika de la Caridad, y no me quedó más remedio que poner cara de yo no fui frente al primer damo de la canción romántica pop. Glenn de mi vida, le dijo, belleza, olvídate de esa llamada perdida y fírmame aquí. El baladista "destronado" por Daddy Yankee siguió de largo. Sólo atendía los ladridos que escuchaba en sus pesadillas recurrentes con Camille Carrión.

 

En la foto, traje en encaje francés de Stella Nolasco. En el texto, sólo ficción con figuras públicas; ficción pura.

January 10, 2006

Gaika en misión etnicida con énfasis en prender y apagar las luces de hanukkah y frustrar un viaje de hajj

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje

Por Manuel Clavell Carrasquillo

Gaika se tiró un ladrido inesperado cuando pasó frente al maricón tecato que pide pesos frente a Walgreens. Querida, no seas maleducada, le espeté desde arriba para que entendiera mi posición al respecto. Me explicó que el tipo la tiene cansada con las peticiones recurrentes de un pesito, por fa, un pesito. Le indiqué que debe tener paciencia con los menos afortunados, traté de exponerle con calma las posibles razones del desamparo, pero me ignoró como perra faldera acomodada.

No entraba en razones y no pidió perdón hasta que se encontró de frente con la nueva extensión del Centro Comunitario Judío de Miramar. Calló de rodillas ante el monumento yiddish y prometió que durante un mes sólo comería hot dogs kosher. De un ladrido me comentó la enorme desproporción entre el imperio semita que se construye frente a la laguna del Condado y las malascrianzas del marica enganchado de por vida a la manteca.

En el ínterin, pasa que un chancletero malo y un zefardita se encuentran en la avenida Ponce de León, a la altura de la Parada 15. Ambos entran cogidos de las manos a comprar Lestoil limpia pisos y lavamanos en Todo a Peso. La dependienta se asusta y reparte los numeritos de los turnos. Llama primero al musulmán que recuesta la barba contra la góndola de las velas de olor y los otros dos personajes del triángulo comienzan las protestas. ¿De dónde salió ese moro?

De inmediato, la dependienta pone orden demandando a gritos que le indiquen cuál de todos los caballeros allí presentes está circuncidado. El zefardita esconde la bemba y da tres saltos. La loquita yonqui agarra un pote de King Pine limpia pisos y lavamanos y se lo derrama encima al musulmán, que en esos momentos se inclinaba para saludar a los peregrinos del hajj que le dan siete vueltas a la piedra negra de la Mecca. Límpiate, cabrón, que apestas a té de chai con exceso de clavo. Esa frasezota hiriente le dijo.

Gaika se huelió los incidentes etnicidas antes reseñados e interrumpió la disertación sobre los futuros usos del gran anfiteatro kabalístico, los hot dogs y la conveniencia de prender siete velas en acto sustitutivo de los lechones que se sacrifican en las cristmas. Y allá, al meollo de la trifulca, fue a parar con su rabo erecto, en posición de radar oculto de la KGB en plena función transmisora de chismes políticos.

Yo se lo advertí como pude, llamándola suavecito para no contradecirla en su arrebato místico: Gaika, ven inmediatamente para acá y no te metas en lo que no te importa.

Mi reclamo fue inútil.

A lo lejos escuché la sirena de la ambulancia y el corre y corre de los paramédicos.

Resulta que las autoridades hospitalizaban de la rabia a un profeta de Alá encadenado a la punta del pene de un hijo de Yaveh que nunca pudo recuperarse de las mordidas de una loca pesetera y un amasijo de pelos Chow-Chow que le brincaron encima a dentelladas.

Luego de la transubstanciación de canina chic a superhéroe desquiciada, Gaika regresó a mis brazos como si nada. A los demás los tienen hace par de noches con suero y a base de sopitas ralas en el Centro de Diágnostico y Tratamiento del Municipio de San Juan, sito estratégicamente al final de la Calle Hoare.

June 22, 2005

A mover la colita: J. A. Bonilla responde escribiendo como pianista tecnosexual y como perro

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en extranjería, gaika: perra salvaje
Respuesta tardía del amante pianista sadotecnosexual
(o manual de macharranerías contemporáneas)

 

Un hombre sin una mujer es un desastre total.
-Pedro Juan Gutiérrez, Trilogía sucia de La Habana

I realized in that moment that mastery of the past, even when drug-induced, was as sexy as the vanquishing of loneliness, which really is what men in the city fuck against.
-Rick Moody, The Albertine Notes

(Favor de consultar el post sobre La pianista y sobre Gaika antes de leer esta vaina)

Muy querido:

Ya que el Bacardí te causó retortijones estomacales incontrolables, en una próxima ocasión te ofreceré el pitorro curao que guardo escondido detrás del cuadro bendito del Sagrado Corazón de Jesús y protegido por atrás por el cuadro de Nuestra Señora de las Siete Dagas, también bendito por el espíritu de mi santa madre. Lo guardo para situaciones de extremo peligro cuando un envenenamiento fulminante sea oportuno. Ya tengo llagas en los dedos de tanto castigar las teclas del piano y tú te empeñas en no escuchar mi música. ¿Cuántas veces te tengo que decir que tú y yo hemos coincidido en esta ciudad atroz porque nos hemos dejado seducir por las vibraciones del lenguaje? ¿Cuántas veces tendremos que darle vuelta a la misma noria, que lo único que nos podremos meter mutuamente será la palabra? [La mujer que a veces me acompaña sabe de arqueología, sabe de rebuscar en el pasado, sabe que la ciudad esconde yacimientos, capas de ruinas por donde han deambulado las mujeres y los hombres. Sabe que el amor es una cosa enterrada que se va destapando y reconstruyendo, como los fragmentos de un hacha de piedra en algún templo azteca.] Sado por el placer de castigarnos, tecno por la digitalidad de estas caricias y sexual por el deseo de que las palabras te cubran como esos hilos finísimos con que las orugas lamen sus cuerpos antes de ser mariposas. Capullo virtual flotando en medio de las intervenciones, clavo de seda para tu pupila. Aquí, componiendo desde las fisuras de la heterosexualidad bajo fuego, en la última trinchera macharrana del amor, te digo que no hay nada más delicioso que teclear sobre el cuerpo de una mujer, que componerle a su vacío que se parece al mío, que extraerle notas al silencio (o estruendo) de su piel. [La mujer con la que a veces me encuentro en la ciudad camina dando brinquitos, como no queriendo tropezar con los trozos de mierda en las aceras. Ella y el mar se hablan con frecuencia y parecen decirme que la vida política de la isla mejoraría con un poco de océano en la imaginación.] Lo nuestro es nada en comparación a esos jugos musicales, mi amor, es un cucubano cibernético divagando en la negritud del sexo oscuro, de la sangre espesa goteando encima de mí, una lucecita –muy apreciada pero pequeña al fin- que va y viene viene y va y que a veces vibra musicalmente y me enternece. Pero la chocha es otra cosa, querido, es la baba del lenguaje de la que habla Cortázar en “El perseguidor”; es algo que uno se unta para tirarse por la chorrera del mundo y resbalar mejor; es un triángulo de sombra lúdica (las chochas lampiñas me parecen un desabrido error, un desvío epistemológico, una confusión cultural) a donde uno va para aprender a nadar en el sargazo lingüístico de la telaraña sociocultural. Sólo hay que llevar el oído allá para escuchar lo que esos labios tienen que decirte, o gritarte. Supurantes, marca de alguna herida atávica que las signa, los labios húmedos figuran el mar, la muerte salada de los que sabemos que vamos al hueco para no tener que justificarnos frente a la cerveza de los panas. Y, sí, valdría la pena preguntarse, compañero, precisamente en este blog gay, precisamente aquí donde se esgrime la palabra maricona, si todo ese mar de letras que te inunda y te penetra, todo ese FLUIDO lingüístico que tan genialmente te (sobre)coge, no será otra manera de hablarle a la mujer, no a la que te habita, sino a la que está afuera, la que te acecha y la que buscas, si no estarás deseando ser un straight de closet, si no quisieras también penetrarla, beber de ella, odiar lo que no te dice, desearla cuando no te busca, incorporar tus palabras a las de ella para que estén más sucias, más ensangrentadas para que los silencios griten. Al fin y al cabo una chocha es un estruendo mudo. [La mujer que a veces escucha mis composiciones dice que yo debería chichar más y escribir menos, que las palabras son una trampa más –la trampa más seductora- y que el mundo hay que vivirlo con las cicatrices no con las intenciones. Yo le reconozco que tengo demasiadas intenciones, pero le propongo que se venga conmigo para inventarnos algunas cicatrices. Ella me mira desde no sé qué lúgubre recoveco, desde no sé qué ancestral duda, desde no sé qué ofrenda a dioses, y sugiere que mejor me embarre con su soledad y deje de rasparme pajas en su nombre.]

[Intervención de Sofo, que al contrario de lo que muchos piensan no significa South fortaleza, sino Sonqui el fornicador]
Muy querida Gaika:
Lamento mucho que tu amo sea histérico y mi amo sea neurótico, los pobres aún no se han dado cuenta que nosotros nos chichamos con frecuencia cuando nos escurrimos a los cuartos oscuros de sus respectivas residencias mientras ellos debaten sobre la ausencia de debate del debate. Esta cuestión es mala y pico, Gaika, estos hombres se creen que nos entienden mientras discurren sobre el circo que habitamos, pero del que son los mejores actores. Tanto ruido y nada, tantas palabras y nada, tanta vuelta de lo mismo. Al final, no sé, por supuesto que Almodóvar es importante, pero quizá no hubiese sido posible sin Franco, tú sabes, eso de que la histeria es la estridencia de tiranos wanabe mal follados. Por supuesto que Edipo sigue deambulando por las páginas de los periódicos, que el hombre se empeña en ver oráculo donde sólo hay culo, que la mujer sigue siendo una especie de cántaro a donde van los macharranes a echar sus agüitas, sus mierdas, sus inseguridades. Qué fue lo que dijo Lacan, aquel sato francés, ahh, que la mujer no existe, que se la inventaron los hombres para que sus mitos encontraran tierra y florecieran; pues hay que escuchar a ese güey, belleza, el hijo de la chingada le estaba tirando piedras a la base de todo nuestro querido estercolero, a todo el caldo de cultivo donde crecen nuestras misis universos. Estos amos nuestros están bien jodidos, tú no crees; el mío, bendito, cree que a las jebas las rodea una especie de bruma misteriosa que hay que descifrar, el lenguaje lo llama él, qué mamao, de Juana la virgen, fakes Louis Vuitton y extensiones de acrílico es de lo que están rodeadas ellas, preciosa, pura langue, ¿tú no crees?; el tuyo, pues padece de un síndrome homogenizador tremendo, si abre una gaveta encuentra un pato, si el libro no es maricón por alguna esquina pues es defectuoso o incompleto, el mundo será Tlon cueste lo que cueste… Pero, Gaika, nada, tranquila que lo nuestro es huelernos el culito, perseverar en los márgenes de la filosofía de estos güeyes mal chingados y peor paridos, seguir en esta extraña forma de clandestinidad y verás que al final nos olvidan y nos dejan solos para poder vivir nuestros amores. Al fin y al cabo no somos ni mujer ni hombre, deberíamos agradecer que sólo somos perros.

Te lambo el toto en celo,
Sofo

j.a. bonilla

May 29, 2005

Mi perra Gaika y la situación internacional: Breve historia lumínica de un traspié

Por: Manuel Clavell Carrasquillo en gaika: perra salvaje
euskadi bandera
Escribe Manuel Clavell Carrasquillo
Observando fijamente los ojos líquidos negros de mi perra Gaika, pensé en los efectos de la marihuana sobre los niños desnutridos que mueren como moscas en un campo de refugiados al norte de Etiopía. Huyen del sur con la esperanza de que Bekam, cómo carajos se escribe Bekam, alguien me puede decir, les firme un autógrafo acá en el norte y les muestre sus bíceps tatuados con tinta multimillonaria, financiada por los activistas del No en el referéndum sobre la ratificación francesa de la constitución europea. Gaika, como el 54% del pueblo galo, me contestaba también que no, que no me vistiera, porque no iba a tocarle ni un pelo con el champú de matar las pulgas, ni a ella ni a su sagrada identidá. Es que me quema la piel, me dijo la muy perra de un ladrido, que se escuchó en el tope del monolito del Parque Nacional de Yosemite, piedra filosofal o huevo prehistórico que apunta geomorfológicamente por grutas volcánicas del manti-core hacia la base norteamericana que hace cincuenta años impide la paz mental de los estudiantes surcoreanos, hoy enfrentados a puños y palos contra la policía bifurcada en sectas yogi postindustrial. Hubo gases lacrimógenos, jau jau, argumentaba Gaika, nombre de cazafantasmas bombardera que le enganché a la medallita del cuello, la que le puse cuando la traje del País Vasco, una tarde lluviosa de esas en que ya resultaba insoportable la cátredra nacionalista de la historia del árbol de Guipúzcoa y el río maravilloso, río-hombre, de Bilbao. Anoche me la llevé a conocer a Sofo, el labrador de mi novio virtual. Bien adentro cociné el sentimiento de que se gustaran, que se dedicaran a chingar como perros bajo la sombra del níspero aquél, y que nos dejaran hablar un ratito a los dueños sobre la crisis de poder a nivel internacional. Todo fue en vano, Gaika no entraba en celo o no salía de él. Mi amante pianista sadotecnosexual no se enteró de nada, o más bien quiso continuar la conversación ofreciéndome tapitas de ron Bacardi hasta que las pulgas cayeran de las hebras de los ciudadanos caninos por el efecto sanador-alelante del alcohol. La otra tarde, Gaika me acompañó al Nuyorrican Café en el Callejón de la Capilla del Viejo San Juan. Allí saludamos al gran genio literario nacional que algunos folkloristas jamás han nombrado, un hombre importante invisibilizado por compromisos impostergables del periodismo y la crítica con la presidencia del club de Toyotas .8 llamado Juan Antonio Rodríguez Pagán. Gaika, con un olfato exquisito para el compromiso y el surrealismo re?novador, pasado por agua tantas veces para calmar a las masas del chinche y escozor, le dio las gracias solidarias a Juan Antonio, jau jau, gracias Juan Antonio, gracias, por contarnos en tus libros las andanzas de Federico García Lorca y sus mariposas habaneras por los alrededores del antiguo teatro de la universidad. Según él -y Gaika, que afirmaba con la lengua ensalivada afuera, jadeando de curiosidad-, los puertorriqueños fuimos los únicos que nos dignamos a complacer al poeta-dramaturgo-diva-homosexual, al estrenar, allá para los años cincuenta, su desgraciada pieza anti-delicatessen, Así que pasen cinco años, escrita después, con intención anestesiante, que El público, escándalo original también estrenado aquí por Vicky, Vicky Espinosa, que todavía no se despide de tanto actorcillo con vocación de maldito bribón que sube a las tablas en actitud crucifijo y ganas de intentar. En estos momentos, justo ahora que baja el telón del tema que precede los mosaicos de la Catedral del Municipio Autónomo de Caguas, Dulce Nombre de Jesús, un chileno cruzado con india y español yace en la cama con Antonia, título de película latinoamericana sin publicidad en Miami, y hablan. Hablan mientras Gaika se les mete en el lecho y le lame las barbas a él, una belleza bestial de pelo negro y lacio exento de liendres que abraza a la chica, a la Antonia melodramática, he dicho ya, prometiéndole que la próxima vez que salga de viaje, por asuntos de negocios, compra la tarjeta correspondiente y la piensa llamar. Gaika es exiliada, les ladra a los niños que pasean sus padres en cochecitos, vestidos con camisetitas del Che por la placita del Condado. Le he dicho que se controle: Gaika, querida, todos tenemos derecho a la excentricidad. Ella parece que no me comprende. Jau jau. Ahora, el chileno está internado en comisaría, ¿o es policlínico de tubos respiratorios para los que no dejan de fumar? Gaika le echa las medicinas por entre los labios carnosos al chilenito con un gotero que consiguió prestado de Madame de Stael. Temo que sea mercurio cromo, o tintura violeta. Llego, chequeo el panel que registra los latidos del chilenito bello en camilla de hospital, en bata sin tela por atrás, y grito: Jau jau. Me acurruco debajo de las sábanas verdes; al lado de él. recibo una llamada telefónica, me invitan a olvidar todo esto y a Antonia, todo este concepto descriptivo que analizan en el Laboratorio Clínico Las Marías de Río Piedras, donde hay tantas revistas Seventeen, escapando a un descanso vacacional hacia la playa de Luquillo, frente al mar, pero me da vértigo y náuseas reencontrarme con las cenizas de la Storni, allí en la playita de La Pared, desde donde sobresale un grafffittttti giraffe de mi linda perrita Gaika, mostrando su dentadura canina y su vagina sangrante, mordida por una serpiente azul -y alada- que se escapó del zoológico acuático de la capital (en Plaza Acuática se fabricaban las olas, según partes de prensa de la década de los noventa, una maquina alimentada de diesel las restrallaba contra el ventanal de cristal). Realmente, nada de esto me desvía de los asuntos urgentes. Mi marido virtual, el pianista, acaba de comenzar la lectura de los cuentos de Pedro Cabiya. El pintor Miguel Trelles inaugura homenaje a las rumberas olvidadas en el barrio riograndeño de Palmer, todas pintorreteadas con coloretes chinos-latinos, bailando al ritmo carnavalesco que trata de refinar otro negrito ilustrado del patio, una chulería en pote que se llema Miguel Zenón. Gaika está muy feliz a mi lado, jau jau, ahora canta una polka suicida. Digo suicida porque hace rato se sabe que los que le someten a la polka van derechito al infierno del pabellón de Polonia en Disney World, recientemente remodelado y gran adquisidor de una figura encerada con una plaquita que lee: “Karol Wojtila, peregrino del amor, nunca te olvidaremos”. Eso se sabe, y Gaika no hace caso. Te lo digo, chica, deja eso, mira que Lydia Echevarría fue indultada a pesar del punzón que destilaba arsénico y curare, pero tú, con ese pedigree vasco que te precede, In The Name Of The Father, de la triple frontera sudaca Brazil-Paraguay-You-Know-Who, te va a condenar. El vengador de lo punko-posmodern-chic, Carlos Cancio, pintaba la escena, haciendo énfasis en la poliomielitis de Gaika- en un canvas tornasolado por el expendio de wasabi a través del airbrush. En ese momento mezclaba el rosado, favorito de nuestra Miss Universe Puerto Rico, Cinthia Olavarría, con el verde chatré que, como se sabe, es el color del pique japonés. El me lo dijo la otra noche: Coño, Manuel, qué chévere sería mostrarte en el lienzo, de cuerpo entero, en bikini rosado, junto a tu Gaika del alma, repelada por la acción mágico-paralizante del gel VO5 wasabi verde chatré. Le dije que conmigo no había vaina, que echara pa lante, que la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos del Norte (libertad de expresión para que se ilustren los enemigos) nos favorece, aquí no ha pasado nada, los espíritus contradictorios, y mira que yo soy partidario del semita Dreyfuss y el argelino Papillon, nos vamos a proteger. Si nos dejan…., vociferaba Gaika, nos vamos a querer toda la vida…, si nos dejan, nos vamos a fugar a un mundo nuevo… Mis colegas vascos llamaron al Lehendakari, lo llamaron a pesar de que se los prohibí. Déjen eso, déjen eso, que nos van a denunciar con el bartender del Mameyes premuñocista, que es popular, un tal Junior Tití. El tipo consultó el asunto de estado con el senador Rosselló, jau jau, y todo quedó resuelto en un santiamén: los ceniceros, de ahora en adelante, a mano derecha. Los usuarios novatos del Tren Urbano, también. Ya me siento mejor, ya me despierto, y a mi lado yace el chileno que me besa, y me raspa con su barbilla la mía, y a mí no me importa el mal aliento típico de los hospitalizados, que es cosa nuestra esta cosa, y nadie se va a interponer entre nuestras pingas, exhibidas en el nuevo Museo de Arte Precolombino del Cuzco, Perú, y la salita cus cus cus del MoMa remodelado de Nueva York. Ahora que lo pienso, Gaika, tú y yo tenemos par de cuentas pendientes con la Interpol, la agencia transatlántica que brega con los papeles de la interdicción civil o penal (no hay remedio, siempre vuelve el tema, no hay como sedhacerse de la novela de la yola), según sea el caso, y con nosotros igual, resbaladizos y enamorados del breve espacio en que no estás, canta Silvio, y como quiera te caes al cruzar la avenida, con Gaika, bien amarrada cuando me sirve de perra-guía yo cegato y caído, por culpa de una grieta en el piso de brea y un estúpido traspié.
BloGalaxia
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 2.5 License.
cash loans till payday service north dakota cash advance payday loans software south carolina cash advance payday loans fast cash payday loans in advance kansas city payday loans and cash advance loans cash loans net payday till cash til payday loans in atlanta cash loans payday cash loans payday loans quick cash instant payday loan fast c utah cash advance payday loans fast cash personal loans personal cash loans cash loans for car titles no fax payday loans online cash advance loan sonic cash fast cash loans united cash loans instant loans cash easy cash loans emergency cash loans unlimited secured cash loans unsecured student loans and cash advances payday loans online cash advance loan large fast cash loans payday loans national cash advance bad credit payday loan payday cash loan online payday loans payday loan p check advance paycheck payday cash loans charlesto military loans payroll cash advances for armed forces fast cash advances payday loans small cash advance loans missouri cash advance and payday loans fastbucks instant online payday loans fast cash advance instant cash loans cash advances advance cash online payday loans pre online emergency cash loans investor quick cash loans online cash payday loan online payday loans online cash loans for military personel advance cash payday loans online loan small cash loans instant decision fast cash loans advance cash payday loans online cash advance loan payday cash loans fast usa only same day cash loans cash loans 5000 online payday cash advance instant loans cash loans with bad credit and no job cash advance payday loan online loans no fax payday loans online b cash advance b loan cash apply fastest payday loans online abbeynational cash loans military loans online payday loans cash a1paydayad nebraska fast cash loans instant payday loans online cash texas cash advance payday loans software washington cash advance payday loans software no fax payday loans faxless payday advance no fax cash payday loans advance pay day loans online cash advance quick cash advance payday loans bad credit cash advance las vegas payday loans paycheck advance online cash advance payday loans online cash advance payday almost instant cash advance payday loans payday cash advance loans online payday loans cash advance online payday loans military loans cash loans for less than perfect credit new jersey online cash advance loans delaware cash advance and payday loans cash payday loans online no fax cash in 1 hour payday loans cash loans against auto title cash advance loans no fax cash out loans on vacont land in florida new improved payday cash advance loans payday cash loans no faxing all online get cash auto title loans cash advance loan illinois payday loans online cas cash loans mortgage paid business travel hotel emergency advance payday hold personal check cash loans cash advance loans cash loans instant cash loans f cash loans net payday til advance cash fast in loans online payday quick until payday loans online b cash advance b loan cash advance chicago preferred payday loans cash a pa auto title loans for cash payday loans payday cash advance cash advances online payday christmas cash loans for holiday small amount cash loans online payday cash advance loans payday loans or cash advance pays and free first time payday loans online quick cash advance no credit check no faxing cash loans cash payday loans 1500dollarstoday com check cash advance payday loans online cash advance cash advance payday loans software html fast cash advance loans till payday fast cash loans home easy payday cash advance loans online payday advance pay day online cash loans searches fast cash advance loans no faxing required payday loans paycheck faxless cash advance quick online minnesota cash advance payday loans software cash advance payday loans today cash advance mortgage car loans computers no fax payday loans no fax cash advance faxless payday cash advance or payday loans cash time auto title loans cash advance and payday loans internet cash loans no credit check or faxing emergency cash las vegas payday loans paycheck advance iowa cash advance payday loans bad credit fax requirement cash loans instant large cash loans loans online no fax cash advance cash til payday loans massachusetts cash advance payday loans software hard cash loans advance cash loans payday short term free government cash loans online cash loans instant cash loans on car titles fast cash paycheck loans online immediate cash loans your source fastest cash advance payday loans online vermont cash advance payday loans unsecured fast no credit check cash loans abbey national cash advance loans cash loans canadian payday advance faxless apply online emergency cash loans cash fast loans military cash loans fast payday kentucky cash advance payday loans software personal finance cash loans uk cash advance loan bad credit loans payday loan online short term loans cash till payday loan instant new mexico cash advance and payday loans cash government grants loans fast cash instant loans cash loans west bromwich acircordm personal payday loans online fast payday cash abbey cash advance loans unemployment fast cash loans maryland cash advance payday loans virginia cash advance payday loans software payday loans explained cash loans indiana cash advance and payday loans texas cash advance and payday loans cash advance prior payday loans payday loans and cash advance services advance loans instant online cash searches connecticut cash advance payday loans software new hampshire cash advance payday loans software california cash advance payday loans software csfa fast cash loans pensacola and cash advance or payday loans cash time auto title loans arizona bad cash credit instant loans minnesota cash advance payday loans online payday loans pay day fax cash advance small personal cash advance loans guaranteed cash loans online personal loan payday loans cash advance cash advance or payday loans ma nh payday loan online fast cash loans western union kentucky cash advance and payday loans rhode island cash advance and payday loans fast cash payday loan payday loans loan cards cash advance mortgage car loans computers dvd no fax payday loans online for a fast cash advance bad credit cash advance loans overnight payday loans fast no obligation cash advance ez cash loans fast cash loans for people with bad credit fast cash loans washington cash advance in new jersey payday loans online cas no faxing fast cash loans bad cash credit fast loans payday payday loans online payday cash loan preferredpayd emergency cash las vegas payday loans online cash louisiana cash advance payday loans software united cash payday loans north carolina cash advance payday loans immediate cash payday loans fax payday cash advance loan no fax fast loans online cash advance payday loans cash advances payday advance loans quick easy cash loans cash advance loan illinois payday loans online per cash loans westren australia pay day cash loans information on fast cash loans vermont cash advance payday loans software cash until payday loans cash loans cheap loans fast cash cash till pay day loans personal finance cash loans us cash advance money payday loans cash advance payday loans plc e instantemergency personal cash loans approve in minutes no credit fast minutes cash instant loans alaska cash advance payday loans software cash loans sandwell what companies help in quick cash loans right away pay day loans amp cash advances how to overcome cash shortage short term loans north dakota cash advance and payday loans where to get fast cash loans title loans cash sacramento auto pawn rhode island online cash advance loans cash loans till payday online united cash loans football villarreal eclipse everton fast cash loans with no employment verification and no one delaware cash advance payday loans software cash time auto and title loans phoenix cash loans online business hosting web virginia cash advance payday loans cash advance online payday loan payday loans cash loans org pay day til san diego fast cash loans second chance personal cash loans nj online payday loans new jersey cash instant cash loans for bad credit instant deposit fast cash loans advance payday hold personal check cash loans cash out loans on vacant land in florida payday loan online fast cash loans by western union georgia cash advance loans easy online cash loans search apple fast cash personal loans cash advance payday loans software cash loans with bad or no credit maine cash advance payday loans cash advance online payday loans cash advance payday loans no faxing 100 online pay day loans cash advance loans wisconsin cash advance and payday loans payday guaranteed approval cash loans in southeast kansas cash advance loan illinois payday loans online che long beach instant cash loans california cash advance personal loans paydayloanpages com fast payday loans cash advance no faxing required personal loan personal loans paycheck advance need cash payday loans online cash advance 1500dollarstoday abbey national cash loans cash payday military payday loans a1paydayadvancec short term payday problems with preferred cash loans pay day loans cash cash loans for students with a bad credit hhistory fast payday cash loans fast and easy application cash loans with no emplyment verifiction and no credit check payday loans check cash dallas locations cash loans in advance company no faxing western union payday loans cash advan fast cash out loans cash loans for car titles philadelphia cash secured loans fast paycheck cash advance loans online online cash advances payday loan payday loans payd fast cash credit check loans sameday cash wired loans for military fast secured unsecured personal cash loans online uk long tem cash loans fast cash payday loans internet cash advance payday loans cash loans short term fast cash guarenteed bad credit personal loans cash loans for unemployed council tenants washington cash advance and payday loans payday loans or cash advances with no credit check no faxless cash advance no fax payday loans no fax payday no fax payday loans faxless cash advance no fax payday maine online cash advance loans fast cash loans quick cash from mga apply today cash loans in minutes fast no credit check cash loans in australia california cash out refinance home equity loans home georgia cash advance payday loans cash advance nonprofit payday loans all online cash loans sites no fax cash advance no fax payday loans faxless payday faxless cash advance no fax payday loans payday lo quick cash military loans easy no fax cash loans online payday loans by usa fast cash bad credit same day cash loans personal loans need money cash advance florida pre